Gobierno situado: habitar
Un gobierno situado, un gobierno en el que quienes gobiernan se sitúan, que abierta y explícitamente declaran su posición y [...]
29 febrero, 2016
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
21 de diciembre del 2011. Peter Buchanan inicia su serie The Big Rethink en la Architectural Review. El cambio constante ha sido el telón de fondo de nuestras vidas, dice, pero hoy “la naturaleza del cambio ha cambiado:” en vez de encaminados hacia el progreso, parecemos arrinconados al borde del “colapso sistémico.” Ese colapso tiene muchas dimensiones. Primero, la ambiental, en la que la arquitectura juega un papel importante. Sin sumarse a una visión apocalíptica, Buchanan anunciaba entonces una serie de ensayos dedicados a replantearse muchos aspectos de la arquitectura y el urbanismo: The Big Rethink. Ese replanteamiento se revela necesario pues “en general, los arquitectos parece que se han vuelto incapaces de producir edificios económicos, tranquilos, con una dignidad que no obstruya, como alguna vez fue común.”
30 de enero del 2012. En la segunda entrega de su serie de ensayos, Buchanan le dice adiós al modernismo y también a la modernidad. La modernidad es, dice, inherentemente insostenible —o insustentable. Dos ejemplos de un mismo arquitecto le bastan como demostración: la Villa Fallet, de 1907, y la Savoye, de 1981, ambas de Le Corbusier. Al contrario de la casa con techos inclinados y materiales que responden, de una manera casi ancestral, a las condiciones del lugar, la Villa Savoye, dice Buchanan, “es un objeto auto-contenido, egoísta y singular, flotando sobre una localización con la que no se compromete.” Y eso, claramente, por principio o, más bien, principios: cinco. El aislamiento extremo de la Villa Savoye, explica Buchanan, es consecuencia de una ideología de la movilidad: “movilidad y modernidad son virtualmente sinónimos.”
29 de febrero del 2012. La tercera entrega de la serie, titulada Integral Theory, es más idiosincrásica, pues Buchanan abreva en las ideas del filósofo Ken Wilber, que para algunos tienen un tanto de culto y otro tanto de filosofía new age. Como su nombre lo indica, la teoría busca integrar distintas visiones a partir de un diagrama que muestra un cuadrante donde lo individual y lo colectivo se cruzan con lo subjetivo y lo objetivo y aspira al balance entre las cuatro zonas que, según Buchanan, se rompe con la modernidad, que por tanto resulta insostenible y no-sustentable. En arquitectura, eso tiene como consecuencia un privilegio de cierta idea de la racionalidad en las decisiones y de lo visual sobre otras formas de la experiencia sensible de lo construido. La arquitectura y el urbanismo modernos, agrega Buchanan, “crearon la «ciudad del hacer» en oposición a la «ciudad del ser.» una ciudad donde los distintos papeles se jugaban en distintos lugares: empleado en el trabajo, padre en casa, fanático en el estadio y viajero que atraviesa el vacío espacial y de experiencias entre esos lugares.”
La cuarta entrega, del 24 de marzo del 2012, trataba sobre Los propósitos de la arquitectura. La arquitectura moderna tenía como propósitos el cobijo, la seguridad, cumplir con las funciones: “importantes pero no suficientes para una auténtica arquitectura sustentable,” dice Buchanan. La arquitectura posmoderna enfatizó el lado subjetivo, descuidando lo que la modernidad privilegió. Para Buchanan, el propósito fundamental de la arquitectura tal vez sea “servir como medio para crear nuestras culturas y a nosotros mismos.” La quinta parte: Trascender e incluir del pasado y la sexta: Aprender de los maestros modernos, tienen que ver con dos formas del tiempo, una colectiva: la tradición y la historia, la otra personal: la propia experiencia del espacio construido, que siempre implica un despliegue temporal, lo que lleva a la séptima parte, donde investiga la idea de lugar. Tras revisar a algunos arquitectos contemporáneos, en especial a Zumthor (8), la educación (9) y la cultura (10) y el diseño urbano (11), Buchanan cierra el año y la serie hablando del barrio: la escala que sirve para mediar entre la vivienda familiar o individual y el espacio colectivo de la gran urbe. “El barrio auténtico, escribe, es una extensión e incluso una parte intrínseca de la casa; no es alguna parte por donde simplemente pasas para ir a casa, sino que es el entorno y la comunidad donde los adultos se encuentran y establecen vínculos, donde los niños juegan, crecen y socializan. El barrio, por tanto, es un lugar en el que no sólo residimos sino al que pertenecemos: es parte de nuestra identidad y de lo que somos, proveyéndonos de un fundamento sicológico y existencial.”
Más allá de las ideas a partir de las cuales Buchanan emprende una refundación total de la idea de arquitectura, con las que se puede estar de acuerdo parcialmente y, con dificultad, supongo, de manera total —pese a que eso sería una condición del gran replanteamiento desde una teoría integral— es de hacer notar el esfuerzo del autor y de la revista por esa serie de ensayos de largo aliento —cada uno de por sí ya extenso para lo que se acostumbra publicar en muchas revistas de arquitectura.
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