23 enero, 2020
por Arquine
Margarete Schütte-Lihotzky nació el 23 de enero de 1897 en Viena, donde murió a pocos días de cumplir 103 años, el 18 de enero del 2000. Fue la primera mujer en ser admitida a la Kunstgewerbeschule de Viena. Tras recibirse, colaboró con Adolf Loos y en 1926 fue llamada por Ernst May para trabajar en los proyectos de vivienda de la ciudad de Frankfurt. Lihotzky diseñó entonces la hoy famosa cocina de Frankfurt. En una entrevista confesó que jamás había cocinado antes de diseñarla: “desarrollé la cocina como arquitecta, no como ama de casa.” Su preocupación fundamental era lograr mediante el diseño que las mujeres pudieran realizar labores domésticas con mayor eficacia, menor esfuerzo y empleando menos tiempo.
En un texto publicado en la revista Jacobin, Marcel Bois cita lo que Lihotzky escribió en sus memorias:
“Descubrí con claridad que en Viena, junto a mi mundo de intelectuales de clase media y la vida de las elites que se veían como estando por encima de otras clases, desconocida para mí, existía una enorme clase social de cientos de miles de personas viviendo sus difíciles vidas. Aunque las causas de su miseria no eran claras para mí, quise seguir una carrera desde la que pudiera contribuir a aliviar su desesperación. Mi decisión de convertirme en arquitecta fue hecha con certeza.”
Bois también dice que “a lo largo de la vida de Lihotzky dos cosas fueron constantes: su compromiso profesional como arquitecta y su profundo compromiso político.” Lo que sigue es un texto que Grete Lihotzky publicó en 1927 el número 5 de Das neue Frankfurt.
Racionalidad en el hogar
Toda mujer reflexiva debe ser consciente del atraso en las maneras de organizar la casa y reconocer el severo impedimento que implica para su desarrollo y, por tanto, también del de su familia. La mujer, a quien la vida metropolitana actual le impone muchas más exigencias que la tranquila de hace ochenta años, está aun condenada a llevar su casa, con algunas excepciones, como en los tiempos de sus abuelas.
El problema de hacer el trabajo del ama de casa más racional tiene igual importancia en casi cualquier clase social de la población. Tanto las mujeres de clase media, quienes comúnmente hacen el trabajo doméstico sin ninguna ayuda, como las mujeres de la clase trabajadora, que generalmente tienen otros tipos de trabajo fuera de casa, están tan sobrecargadas que ese exceso de trabajo no puede quedar sin consecuencias a largo plazo para la salud pública entera.
Hace más de diez años, mujeres líderes reconocieron la importancia de liberar al ama de casa de la carga innecesaria de su trabajo y se pronunciaron por la gestión centralizada del hogar, incluyendo la construcción de cocinas comunes. Se preguntaron: ¿por qué deben ir de compras veinte mujeres cuando una puede hacerlo por todas? ¿Por qué veinte mujeres deben cocinar para veinte familias cuando cuatro o cinco personas pueden hacer el mismo trabajo para veinte familias si la organización resulta adecuada? Esas consideraciones que tienen sentido para cualquier persona sensata tuvieron efecto. Se construyeron cocinas centralizadas. Sin embargo, pronto se reveló que no es tan fácil integrar veinte familias en un hogar. Además de disputas y discusiones personales, resultan inevitables las grandes variaciones en la situación material de los diversos residentes, por lo que unir varias familias necesariamente genera conflictos. Para trabajadores y empleados, quienes pueden perder su empleo en poco tiempo, la cocina central comunitaria no es una respuesta, pues los desempleados no pueden reducir sus condiciones de vida al punto necesario para ellos. El problema de racionalizar las tareas domésticas no puede, por tanto, resolverse por sí mismo, sino que debe ir acompañado de las consideraciones sociales necesarias.
Con base en la experiencia que hemos adquirido, reconocemos que debemos mantener la idea de la casa unifamiliar, pero de la manera más eficiente posible. ¿Qué hacer con el tiempo y la energía desperdiciados en el trabajo de la casa? ¿Podemos usar en el hogar los principios básicos para ahorrar trabajo y administrarlo de manera económica implementados en fábricas y oficinas y que han producido aumentos inesperados en la habilidad para hacer? Debemos reconocer que hay una manera más fácil de realizar cada trabajo, y que es por tanto la menos agotadora. Para tres grupos de trabajadores —amas de casa, fabricantes y arquitectos— es una tarea importante y de gran responsabilidad colaborar para identificar y permitir la manera más fácil de hacer cada tarea doméstica.
La mujer con una formación trabajará de manera más racional como ama de casa. Apoyada por el equipamiento y la maquinaria correctos, y con la correcta disposición en el apartamento, pronto reconocerá la manera más eficiente de hacer su trabajo.
Entre los fabricantes (a excepción de los de mobiliario), hay muchos que ya se adaptan a las nuevas exigencias de nuestro tiempo y producen maquinaria útil que ahorra trabajo. Por mucho, el mayor atraso está en el tipo de accesorios domésticos. ¿Cuándo reconocerá el público qué tipo de accesorios domésticos son útiles y eficaces? Años de esfuerzos de la Werkbund alemana y de arquitectos, en numerosos escritos y conferencias que pedían claridad, simplicidad y eficiencia en el equipamiento y promovieron el abandono del kitsch tradicional de los últimos cincuenta años no fueron suficientes.
Al entrar a un departamento aun encontramos las viejas cosas y la “decoración” tradicional. Que todos esos esfuerzos fueron prácticamente inútiles se debe principalmente a la mujeres, quienes, extrañamente, no reciben bien las ideas nuevas. Los vendedores de muebles dicen que los compradores siempre buscan lo anticuado. Las mujeres prefieren hacer todo el trabajo extra para tener un hogar “acogedor”. La mayoría aun considera la simplicidad y lo práctico como sinónimos de austero. La oficina de vivienda de la ciudad de Frankfurt ha tratado de convencer a la gente de lo opuesto mostrar un departamento completamente amueblado en la exposición “La nueva vivienda y su mobiliario”, que tuvo lugar en la feria de comercio de Frankfurt, combinando la sencillez y la eficacia, que implican ahorro de trabajo, con buenos materiales, formas y color correctos, y claridad y belleza.
En la exposición, la Asociación de amas de casa de Frankfurt mostró la importancia de racionalizar el hogar. Con el título “el hogar moderno”, lidiaba primordialmente con el problema de ahorrar trabajo en las cocinas. Como un ejemplo particularmente ilustrativo del ahorro de trabajo, se mostró una cocina de tren completamente equipada. Tres ejemplos de cocinas con muebles integrados que fueron instaladas en 3000 unidades en Frankfurt mostraban cómo el trabajo puede resultar más fácil si se disponen los muebles correctamente. Los tres casos distintos fueron:
1.La casa sin servidumbre (hasta 5 mil marcos de ingreso anual).
2.La casa con una trabajadora (hasta 10 mil marcos de ingreso anual).
3.La casa con dos trabajadoras (con un ingreso anual mayor a 10 mil marcos).
Además de cocinas de madera, se mostró una pequeña cocina para apartamentos de solteros hecha de metal y una de piedra moldeada y lavable. Estas dos cocinas buscan usar nuevos materiales que resistan más que la madera. Todas las cocinas con pequeñas para ahorrar trabajo y pueden aislarse por completo de la estancia. La vieja forma de la cocina habitable parece de otra época. También se mostró mobiliario autónomo que se puede conseguir comercialmente y que facilita el trabajo doméstico. Se exhibieron utensilios de cocina probados en otras partes, buenos y malos, lavadoras de platos que ahorran trabajo, y dispensadores de harina que proporcionan cantidades exactas en un tazón.
Se prestó especial atención al equipamiento eléctrico. Aunque hoy no está al alcance de los más desfavorecidos, sabemos que el futuro será de la cocina eléctrica. Ejemplos de sistemas eléctricos centrales de lavado, como debieran instalarse en cada bloque grande de apartamentos, buscan que las mujeres puedan realizar sus labores con mayor facilidad y las animan a exigir suficiente cantidad de equipos en los cuartos de lavado, que también resultan asequibles para familias con bajos ingresos. En un caso en Frankfurt, por solicitud de los inquilinos, se instalaron en el cuarto central de lavado máquinas eléctricas y manuales. Hoy todas las mujeres quieren usar las eléctricas. “El baño más pequeño para un espacio reducido”, con un tamaño de 1.65 x 1.35 metros, hace que la exigencia de “un baño en cada apartamento” ya no sea impensable. La posibilidad de ahorrar espacio insertando un “nicho para lavado y regadera” entre dos recámaras se veía en una maqueta 1:10 de un apartamento. Gracias al agua corrieinte la limpieza puede ser mejor que en una tina.
El uso extensivo del gas en el hogar se demostró con el modelo de una vivienda unifamiliar que usa solo gas. La importancia de la buena iluminación en la vivienda se trató con particular cuidado. ¡Cuánto dinero puede ahorrarse sólo eligiendo el correcto papel tapiz que aumente la luminosidad! Qué tan importante es para la salud de la familia que las mujeres, que representan la mayoría de las compradoras, conozcan las mejores lámparas para trabajar, técnicamente eficientes y que no compren sin pensarlo las pequeñas lámparas de piso con pantallas oscuras que sólo sirven para guardar polvo.
Generalmente resultan ridículas las razones que nos llevan a rodearnos de cosas mal diseñadas. Así, por ejemplo, una fábrica de lámparas, que sólo tiene lámparas tan de mal gusto como poco prácticas, produce modelos de baja calidad para exportar en grandes cantidades a la India, mientras que el escaso volumen de producción doméstica hace que los buenos modelos no sean rentables. ¿Debemos gastar nuestro dinero en eso y dañar nuestros ojos por el hecho de que esas lámparas se compren en las colonias indias? Aquí, como en todo, es asunto de que el gran público, en particular las mujeres, aceptan todo lo que sale al mercado y no revisan que lo que parece bello en un momento no tiene calidad técnica ni funcional.
Por eso, esta exhibición debe ayudar a afinar la mirada.