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Columnas

¿Qué fue de tanto arquitecto? ¿Qué se fizieron?

¿Qué fue de tanto arquitecto? ¿Qué se fizieron?

24 octubre, 2016
por Juan Palomar Verea

(O de las tres escuelas tapatías de arquitectura…)

Nadie parece haber escrito la historia de la arquitectura de Guadalajara en el siglo XX. Cualquier historia. Una en la que, ciertamente, la figura absolutamente central es Luis Barragán. Y luego Ignacio Díaz Morales. Del eclecticismo reinante al final del porfirismo y en la revolución. De la desorientación entre estas corrientes y la de la Bauhaus y Le Corbusier. De la definitiva salida del laberinto debida a dos libros que se encontró Barragán en París en 1925 y de allí a la Escuela Tapatía de Arquitectura, a la casa González Luna, a la de Tacubaya y a la casa Gilardi, obras éstas de las que nadie ha podido reponerse todavía, y que siguen abriendo alternativas insospechadas para artistas de todo el mundo.

Nadie parece haber escrito, con claridad y plenitud, lo que significó la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara fundada en 1948 por Ignacio Díaz Morales, su pléyade inicial de maestros locales, su ensamble posterior con la pléyade de maestros que vino de Europa. Lo que significó la abyecta y vil defenestración de sus fundadores y la cancelación del mejor proyecto arquitectónico del siglo mexicano a manos de la ignorancia y la politiquería, en 1962. Defenestración con la “justificación” de acabar con el elitismo. Y sí, la escuela era, en la mejor de sus acepciones, elitista. Y, por lo tanto, indispensable desde el punto de vista estrictamente social.

Nadie ha hecho la cuenta: primer director, Ignacio Díaz Morales; segundo director: Jaime Castiello; tercer director (y depuesto cobardemente): Salvador de Alba. Nada menos. ¿Y de entonces para acá?

Falta un recuento puntual y documentado de la Segunda Escuela Tapatía de Arquitectura. La que se derivó de lo que hicieron los primeros egresados de la Escuela de la U de G: de Gabriel Chávez y Enrique Nafarrate hasta Fernando González Gortázar. Provisionalmente, desde 1955 hasta 1965, o 1967. Buenos salvajes: Díaz Morales borró, increíblemente, lo que él y sus amigos habían hecho en la original Escuela Tapatía de Arquitectura; prohibía la consulta de cualquier revista arquitectónica, y hacía muy discretas alusiones al maestro máximo, a Barragán. Tábula rasa e ilusoria: el ADN estaba intacto.

De ese ADN emergieron una serie de producciones deslumbrantes. Y que nadie ha antologado ordenadamente ni explicado. ¿De dónde sale la extraordinaria casa Ortiz, de la avenida Hernán Cortés, de Nafarrate? ¿Quién ha analizado el excepcional edificio para la policía, de la Calzada Independencia, de Federico González Gortázar? ¿Alguien conoce la espléndida casa de Gonzalo Villa Chávez en Jardines del Bosque? Y un largo etcétera, que va quedando desfigurado y destruido sin nadie que parezca defenderlo.

Después de 1968, más o menos, el desastre también en las producciones arquitectónicas tapatías. El ADN se extravía, las jóvenes promesas se convierten en mediocres arquitectos de la burguesía. El vuelo que Díaz Morales había imprimido a sus alumnos se acaba. Excepciones: Gonzalo Villa Chávez, Andrés Casillas, Marco Aldaco, Fernando González Gortázar. (¿Alguien más?)

Es hasta 1963 que se funda, por Nafarrate, la Escuela de Arquitectura del Iteso. Su siguiente director fue Salvador de Alba. En 1972 ingresa como maestro Díaz Morales. El ADN parece reencontrarse; Tercera Escuela Tapatía de Arquitectura: Eduardo Vázquez Baeza, Gabriel Casillas, Felipe Gómez de Sebastián, León Leroy, Alfredo Varela, Luis Gutiérrez… hasta Jose Dávila, Francisco Ugarte, D. García Sancho y otros, que llevan la arquitectura, por distintas y heterodoxas vías, a nuevas alturas.

¿Quién saca las cuentas? ¿Quién ajusta responsabilidades, aciertos, caminos y pérdidas? Tres escuelas tapatías de arquitectura, con toda su carga de significaciones, claves, tradiciones de la ruptura y de la recuperación y de las nuevas cosas. Es vital. Probablemente de la elucidación de lo que ha pasado podremos saber lo que ahora podremos hacer.

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