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Columnas

PSFS

PSFS

12 noviembre, 2013
por Juan Manuel Heredia | Twitter: guk_camello

Terminado en 1932 –el mismo año que el Empire State Building de Nueva York- el edificio para la Philadelphia Saving Fund Society (PSFS) fue la primera gran obra en los Estados Unidos construida de acuerdo a los principios de la vanguardia europea. Ubicado sobre Market Street, a dos cuadras de la alcaldía de Filadelfia, el PSFS era el edificio sede de un banco local que tuvo un papel central en la recuperación de la ciudad durante la depresión económica mundial. Sus arquitectos fueron George Howe y William Lescaze, el primero educado en la conservadora escuela de arquitectura de la Universidad de Pensilvania, el segundo un joven inmigrante suizo salido de la más progresista ETH de Zurich. Conjuntando sus habilidades e intereses teóricos, Howe y Lescaze proyectaron un edificio que si bien reúne el gusto académico por los materiales lujosos y una cierta estética streamline posee una configuración urbana y espacial netamente moderna. Cuando Le Corbusier visitó los Estados Unidos en 1935 y criticó los rascacielos neoyorquinos por su ornamentación, aglomeración y “pequeñez” uno de los pocos edificios elogiados por él fue precisamente el PSFS. En su simplicidad formal y complejidad programática, el PSFS se ajustaba a la tipología de “rascacielos cartesiano” propuesto por Le Corbusier en su Ciudad Radiante [1].

El programa del edificio incluía las oficinas centrales del banco, una sala de atención al público, locales comerciales y una estación de metro y tranvía subterráneos. De forma poco ortodoxa los arquitectos decidieron colocar la sala bancaria en el primer nivel, reservando la planta baja para comercios que generaran renta. Se ascendía al banco mediante unas amplias escalinatas y escaleras eléctricas que motivaban el acceso al interior. Tanto la sala como los locales comerciales formaban parte de un basamento de granito y cristal sobre el cual se desplantaban treinta niveles de oficinas rematados por un penthouse y el anuncio luminoso del banco. Ajustándose a las regulaciones de la época, el edificio no era más alto que la torre de la alcaldía y su famosa estatua de William Penn. Su principal virtud era de hecho su poca prominencia visual. Como afirma David Leatherbarrow, el PSFS pasa desapercibido para los habitantes de Filadelfia, ejemplificando con ello el sentido de anonimato de la modernidad;[2] el mismo sentido reclamado por Loos en sus escritos y proyectos. Al mismo tiempo el edificio también constituye un nodo importante dentro de la ciudad como recolector y encauzador de múltiples movimientos urbanos.

Las pulcras superficies del basamento reflejan el paso apresurado de peatones, automóviles, autobuses, y tranvías de superficie. Desde la acera, unas escalinatas subterráneas conducen a la estación de transporte mientras que aquellas que llevan al primer nivel lo hacen de forma más llamativa. La sala bancaria se ilumina por amplios ventanales y se delimita virtualmente por las fachadas de los edificios vecinos. La torre de oficinas se proyecta más allá del alineamiento y se articula con el basamento mediante una terraza asignada a los ejecutivos del banco. Los niveles de oficinas muestran ventanas corridas solo interrumpidas en las fachadas laterales por la estructura. El último piso es un penthouse común concebido para ser usado tanto por empleados como por directivos. En este nivel las superficies de las estancias generan una atmósfera de recogimiento que contrasta con la apertura de los espacios adyacentes. En efecto, desde la terraza de la torre se logran magníficas vistas a la ciudad y al Valle del Delaware. El edificio es coronado por un letrero de neón con las iniciales del banco en letras gigantes. Orientado hacía el noreste, este letrero fue diseñado para ser visto por aquellos que cruzan el Río Delaware por el puente Franklin procedentes de Nueva York y Nueva Jersey. Transformado hoy en día en un hotel, el PSFS sigue siendo un punto de referencia en Filadelfia y uno de los pocos edificios en esa ciudad con acceso abierto al público.

En México el PSFS se conoció a través del libro de Carlos Obregón Santacilia El Maquinismo, la Vida y la Arquitectura [3]. En esta peculiar obra, el edificio de Howe y Lescaze figura como el principal ejemplo de la “nueva arquitectura” y fue especialmente seleccionado por su autor para ilustrar la portada. Probablemente el PSFS fue también la fuente de inspiración de José Villagrán García y Enrique del Moral para su proyecto del edificio Condesa, una torre bancaria con una solución espacial muy similar pero de una mayor estridencia formal, misma que provocaría que en los años ochenta el edificio se reemplazara por un más conservador proyecto de José Luis Benlliure. En este sentido el carácter urbano y moderno del PSFS fue quizás mejor representado en México por el pionero edificio de oficinas de Juan Sordo Madaleno y Augusto H. Álvarez en Reforma y Morelos.

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[1] Le Corbusier, When the Cathedrals were White (Nueva York: McGraw Hill, 1964), 51-67.

[2] David Leatherbarrow, “What Goes Unnoticed: On the Canonical Quality of the PSFS Building,” Harvard Design Magazine, 14 (2001), 16-23.

[3] Carlos Obregón Santacilia, El Maquinismo, la Vida y la Arquitectura: Ensayo (México: Letras de México, 1939).

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