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Columnas

Proyecto de los ojalás: para después de la peste

Proyecto de los ojalás: para después de la peste

20 abril, 2020
por Juan Palomar Verea

La catástrofe está aquí. Esto es un modesto llamado a la insurrección. A no ser víctimas cobardes o ignorantes de un flagelo planetario, de la misma peste de que hablaba Albert Camus. A no dejar de pensar en un futuro mejor para todos. Estas reflexiones parten de que habrá un mañana. Un mañana peor si todos nos dejamos. Y un mañana que puede, no sin sacrificios, ser al final del día dolorosamente, gozosamente mejor, más justo, más solidario.

Ojalá, bien se sabe, es una expresión de origen árabe que quiere decir Quiera Dios. Es frecuentemente usada por todos. Sirva aquí para enderezar una serie de planteamientos arquitectónicos y urbanos, incluso cívicos, que pueden encontrar en esta trágica coyuntura una inédita oportunidad. Nada será mañana lo mismo que conocimos. La pregunta es si para peor o para mejor. Va esta apuesta, en colaboración con algunos colegas, de que nos espera un mejor futuro.

1. Contaminación atmosférica. Es factible medir ahora la sensible reducción de partículas suspendidas, de emisiones al aire, de descargas contaminantes en cauces y cuerpos de agua. Etcétera. Con esos datos, contrastados con los “usuales”. Se pueden focalizar los medios concretos e inmediatos con los que podamos mantener, ya, esos índices ahora corregidos. Ojalá.

2. Movilidad. Un porcentaje sensible de los vehículos de combustión está ahora parado. Y todo lo indispensable está ocurriendo. La contaminación del aire según algunos medios ha bajado a la mitad en las zonas metropolitanas. Se reinaugura el silencio, la calma, la humanización de las calles, de los parques. La fauna tan perseguida regresa. Es perfectamente factible ahora reglamentar sumariamente el uso de esos vehículos, con todas las excepciones que vengan al caso. Y migrar masivamente a los vehículos eléctricos que sean estrictamente necesarios. Por lo pronto, las casas que tienen dos autos o más, deberán de inmovilizar permanentemente los autos sobrantes. Preservar la situación actual, en cuanto a la movilidad, es un gran reto: y más grandes serán los beneficios. Ojalá.

3. Desarrollo urbano. Es el momento de poner un enérgico freno a la manera como hasta hoy se ha venido “haciendo” las ciudades. Ese sistema está en bancarrota, podrido por la usura y la codicia, por la ineptitud y la corrupción, tanto de autoridades como de ciertos promotores. Es el momento de que los arquitectos y urbanistas (que debe ser lo mismo), geógrafos, ingenieros, historiadores, sociólogos y demás gente de buena voluntad que venga al caso, aprovechen la inacción y el ocio para generar, a partir del desastre, los modelos urbano-arquitectónicos a comenzar a aplicarse YA. Ojalá.

4. Y la lista sigue. Qué triste que sea hasta que nos llegue este coronavirus, este horrendo producto de la rapacidad capitalista y del consumismo cada vez más feroz, nos pongamos a meditar con hondura y humildad, con lucidez y audacia, lo que debe llegar. Antes de. Ojalá.

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