La sustentabilidad ya perdió sentido. Las trompetas apocalípticas ya no delatan el cambio climático sino la tragedia climática, y aparecen nuevos conceptos y disciplinas, como reciclaje, reconstrucción, regeneración de los ecosistemas o geoingenierías, como parte de la solución.
Más allá de notables propuestas de escala modesta, de futurismo verde a la Avatar, o de extravagantes diseños de Arcas de Noé contemporáneas (que ya adquirieron forma en tantas películas de ficción), tenemos el desafío de pensar cómo construir de manera responsable, reduciendo nuestra huella ambiental. La prevención nunca ha formado parte de la humanidad y quizá tampoco sea prioridad ante las alarmas evidentes, ya que las principales potencias económicas actuales no sólo no participan en las medidas paliativas sino que se salieron del tratado internacional que las obligaba a cumplir las mínimas. Cuando las urgencias de la mayor parte del planeta —seguridad, viviendas asequibles, calidad del espacio público— corren en paralelo con el apocalipsis medioambiental anunciado, parece improbable que las políticas públicas sean capaces de priorizar el futuro inminente al presente inmediato.
Sin embargo, desde la arquitectura se pueden eficientar los procesos constructivos que mejoren el aislamiento térmico, las ventilaciones cruzadas, para amortiguar el consumo masivo de aire acondicionado y calefacción. Desde la academia se debe generar conocimiento científico sobre la actual crisis climática, para especular sobre las opciones al alcance de cada economía y cultura. Y desde la planeación urbana se tiene que ser mucho más ambicioso y diseñar ciudades donde florezca la justicia ambiental, priorizando el protagonismo del agua en todos los proyectos, sean públicos o privados.
En estas páginas exponemos algunos análisis e ideas que orienten cómo lidiar con un futuro que ya no puede seguir desarrollándose con los criterios del pasado, con ejemplos de pequeña escala donde se reciclan edificios, hasta con propuestas de nuevas ciudades atendiendo la innovación tecnológica, la calidad ambiental y la autosuficiencia energética. Ante la agonía del mundo moderno, sirva este arsenal de propuestas para concientizar nuevos rumbos más esperanzadores.