En este número 104 de Arquine reunimos reflexiones sobre los futuros posibles y entrevistas a destacados participantes de la bienal veneciana. A su vez, exponemos proyectos y obras que expresan cierto optimismo, con miradas que hurgan a tientas futuros deseables —más cercanas al neoprimitivismo que al hightech— donde el antagonismo entre arquitectura formal y arquitectura social se diluye. Como apunta Andrés Jaque en estas páginas, “toda la arquitectura es estrictamente material, en la misma medida en que toda materia es estrictamente social, ecosistémica y performativa.” Un centro de investigación del Mar de Cortés; el Ecoparque Bacalar que restaura el paisaje y procura la biodiversidad; un conjunto ecuménico en Abu Dabi que reúne tres cultos donde la arquitectura consagra el tipo de mundo en el que queremos vivir, uno con aceptación y apertura; un centro expositivo en un barrio industrial de la Ciudad de México y una escuela para la justicia climática en Ruanda son muestras optimistas de esos futuros que ya llegaron.