Obra Negra es una serie fotográfica de Tomás Casademunt que sintetiza una plástica de la construcción arquitectónica, mediante su registro en obras de los arquitectos Andrés Casillas, Javier Sánchez, López Baz y Calleja, Alberto Kalach, Miquel Adrià y Mauricio Rocha
«Alambres, blocks, bovedillas, castillos, cementante, cemento, encofrados, grava, gravilla, polvo, varillas, vigas. Senado trabaja a medias y en obra negra. Hay una puerta luminosa, una sombra que se descuelga, un montículo de grava apelmazada, el doblez de unas varillas cuya longitud desconocemos, sus puntas, castillos, una escalera hechiza, otras sombras, demasiada luz para una obra negra. Aparecen siluetas que doblan el brazo y lanzan maldiciones, o lo alargan y, batuta en mano, dirigen la obra. Hay otros vanos que no llevan a ningún lado, sólo (y no es poco) a la luz, peldaños inacabados que descienden a la oscuridad, planos de cemento con manchas de lo mismo pero aún más fresco, retículas, mallas, redes de hierro, algunas cóncavas, suspendidas, como diagramas del espacio que se pliega sobre sí mismo, escaleras industriales y su sombra casera. Hay los encuentros de blancos, grises y negros, en hierro, madera o mezcla, mas sombras, reflejos, brillos, contraluces, una pala clavada en lo que podría llegar a ser piedra, cruces, y luego huellas, la de una carretilla, las de muchas botas. Dicen que la obra negra es solo una etapa, a la que siguen la gris y la blanca, como si de magos de la Tierra Media se tratara; que es una especie de arqueología inversa, en la que se siembra lo que quedara oculto, cubierto, disfrazado, los fundamentos de esa labor futura cimentados en esta otra excavación primera. No vemos ningún objeto reconocible, fuera de la pala, una escalera, sólo los materiales en su crudeza y en su suma y mezcla, definiendo estructuras. No hay un entorno, mas allá de la obra misma. Intuimos el peligro y los riesgos cotidianos, pero no vemos tampoco amuletos, supersticiones, creencias, rezos, señales, mucho menos altares».
Jaime Soler