El funeral de Foción: una vis(i)ta a los lentes y a la mirada de Philip Johnson
“stomping along on this big Philips Johnson is delay just wasting my time looking across at Richard Rogers scheming dreams [...]
3 febrero, 2025
por Erik Carranza L. | Twitter: SA_Anonima | Instagram: SA_Anonima | linktr.ee: Anonima_arquitectura
A veces soy de los que piensa que ir al cine en las tardes puede ser una perdida de tiempo, al cine hay que ir en la tarde-noche, para que el ambiente de la sala cinematográfica coincida con la ambiente de la noche. Después de pandemia he regresado al cine en un par de ocasiones, al parecer las plataformas me han consumido, pero el pasado miércoles 22 de enero, a las 16 hrs. estuve en una sala de cine, fui el primero en entrar en ese vacío de butacas y una pantalla para hacer una pausa en la rutina del día a día y ver una función especial de The brutalist o El brutalista escrita por Brady Corbet y Mona Fastvold, dirigida y producida por el primero, con la actuación de Adrien Brody, Felicity Jones y Guy Pearce como protagonistas principales.
El viernes 24 de enero, me encontraba escribiendo este texto y me enteré que la película ha sido nominada al Oscar en diez categorías: mejor película, mejor guión original, mejor director, mejor actor principal, mejor actriz de reparto, mejor actor de reparto, mejor edición, mejor banda sonora, mejor cinematografía, mejor diseño de producción….incluiría yo, mejor pausa, eso!, si pudiera definir la película sin tener que contar la historia y arruinar su trama tendría dos palabras clave: pausa y panorama.
Pausa.
La pausa como experiencia, nos hace recordar la acción de ir al cine cuando éramos niños y veíamos una película en estas grandes salas antes de ser multicinemas. Estos recuerdos, nos hacen rememorar esa acción colectiva de estar todos atentos a una pantalla sin distractores, mas que la acción de llevar un puñado de palomitas o un sorbo de refresco a la boca, de gritar y aplaudir todos espontáneamente ante la reacción de una de las escenas, pausas que ya no suceden por que ya nada nos sorprende.
Panorama.
Imágenes panorámicas rodadas en un formato de 70 mm. en proyección horizontal conocido como VistaVision u 8 perforaciones, con unos encuadres que se abren y se cierran dependiendo la trama con imágenes de mejor calidad a las que estamos acostumbrados en las proyecciones y que rinde homenaje de alguna forma a ese formato diseñado en la década de los 50, tiempo y espacio donde se desarrolla la película.
Salí de la sala de proyección a las 8 de la noche con el ambiente nocturno de la ciudad, decidí hacer una caminata de regreso por el Parque Lineal de Ferrocarril de Cuernavaca hasta la casa, fueron 36 minutos para pensar en estas dos palabras clave ante una película densa, pesada, larga en tiempos de inmediatez donde nuestra atención se centra en 90 segundos. Una película a veces poética, otras veces abrumadora, en ocasiones incomoda por lo larga y unas mas brutalista como su título, sorpresiva incluso, que parece resumirse en una pregunta constante: ¿por qué arquitectura?
En la película hay una escena en la que el protagonista László Tóth (Adrien Brody) platica sobre esta pregunta con Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), su mecenas (me hubiera gustado haber tenido un control remoto para poner pausa, ver, escuchar y releer esa definición) pero ante la ausencia de ese control y de ese poder para interrumpir la proyección y generar una pausa adicional en la sala de cine, desde el punto de vista del lector, espero esas múltiples respuestas.
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