Hugo González Jiménez (1957–2021)
Hugo González Jiménez nació en Guadalajara en 1957. Se inscribió en la Escuela de Arquitectura del Iteso hacia 1975 y [...]
5 marzo, 2018
por Juan Palomar Verea
Silogismo básico para políticos. Premisa mayor: los anuncios espectaculares son dañinos para la comunidad. Muchos políticos utilizan esos anuncios. Ergo: esos políticos son dañinos a la comunidad.
Es simple. Desde hace muchos años se vienen denunciando a los anuncios espectaculares como elementos contrarios a la armonía urbana, al orden citadino (y rural), a la convivencia civilizada. Utilizarlos lesiona todos estos componentes indispensables para un entorno favorable a la vida comunitaria. La ciudad es como una casa: si en ella reinan el desorden, la vida de sus habitantes se degrada.
El problema con los espectaculares y los políticos es que éstos tienen la muy errónea idea de que son efectivos para darse a conocer a sí mismos y a sus campañas. Ignoran que la cacofonía urbana hace mucho que neutralizó lo que los anuncios tratan de difundir, que son, en los términos actuales, absolutamente obsoletos. Sin embargo, son obstinados y se prestan al intercambio de favores (espectaculares gratis) por futuras prebendas para los anunciantes. Así, se espesa la maraña de intereses creados que atentan contra la urbe.
Recientemente, el Ayuntamiento de Zapopan lanzó una campaña frontal contra los espectaculares. Y esto a pesar de los poderosos recursos de quienes se sienten afectados. Es la hora de que todos los municipios metropolitanos se sumen a esas acciones (lo que ya parece estar ocurriendo en algunos). Se sabe que no es fácil. Las presiones son muchas. Existen numerosos intereses: los de quienes viven de estas prácticas, los dueños de los anuncios, los que se anuncian en ellos, los dueños de las propiedades que “rentan” su espacio (a este respecto es importante decir que, desde el momento en que las estramancias invaden la imagen circundante no están actuando exclusivamente en su espacio, sino que invaden el paisaje de todos).
Esta parte de las actividades comerciales se debe reconvertir, como tantas prácticas que se han visto superadas por la historia y el bien común. Basta ver cómo actualmente tienen una penetración y efectividad mucho mayor los mensajes en las llamadas redes sociales. El desenfreno y el exceso del uso y el abuso de los espectaculares han generado tal confusión visual que se anulan unos a otros con el único resultado de instalar el cochinero ambiental en el que muy injustamente vivimos. Así que cada político tiene que pensar muy bien cómo se hace propaganda. Por la vía espectaculares, que lo exhibe como mal político, o como agente responsable e inteligente de un cambio, de una mejora ambiental.
Hugo González Jiménez nació en Guadalajara en 1957. Se inscribió en la Escuela de Arquitectura del Iteso hacia 1975 y [...]
El muy famoso en su tiempo Pelón de la Mora fue un arquitecto de excepción, un humorista consumado y un [...]