Gobierno situado: habitar
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¡Felices fiestas!
20 octubre, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
¿En cuántos arquitectos modernos se puede leer de mejor manera la influencia de la arquitectura mesoamericana prehispánica? La pregunta tal vez no debe responderse simplemente apuntando con el dedo a la obra de un autor sino desentrañando sus influencias y filiaciones. Sin duda hay varios; no muchos, pero algunos seguro sí. Además, habría que acotar el adjetivo moderno. ¿Empezamos con Manuel Amábilis, quizá demasiado literal en el uso de la arquitectura maya, o nos quedamos con Alberto T. Arai y su más abstracta interpretación en los frontones de Ciudad Universitaria? ¿O intentamos más lejos en la geografía pero más cerca en el tiempo?
El 20 de octubre de 1973 se inauguró en Sydney, Australia, el teatro de la ópera cuya construcción había iniciado 14 años antes, el primero de marzo de 1959. El primero de febrero de 1956 se había lanzado la convocatoria del concurso internacional para la Ópera de Sydney, que se había empezado a planear un año antes. Para el 3 de diciembre del 56 se recibieron 233 entradas y en enero del año siguiente el jurado, conformado por Ingram Achworth, Cobden Parkes, Leslie Martin y Eero Saarinen, se reunió a deliberar. La leyenda dice que este último llego tarde y recuperó entre las propuestas desechadas la del danés Jørn Utzon, entonces de 38 años de edad. Utzon visitó Sydney por primera vez en julio del 57. En marzo del 58 volvió acompañado de Ove Arup, responsable en buena medida del desarrollo del proyecto, que siguió cambiando incluso después de iniciadas las obras. En 1966 Utzon renunció a continuar con el proyecto, tras cambios políticos, problemas al rebasarse el presupuesto aprobado en un inicio y crecientes deudas del gobierno con su oficina. El edificio se terminó en 1973 y la primera ejecución pública fue el 28 de septiembre de ese año, aunque la inauguración oficial, con la presencia de la reina Isabel II, fue el 20 de octubre. Fue hasta 1999 que Utzon fue contratado de nuevo como consultor para el diseño de cualquier modificación en la Ópera de Sydney, cuyos interiores no se habían realizado según su proyecto.
En 1949, tras viajar por los Estados Unidos, donde conoció a Frank Lloyd Wright y a Charles y Ray Eames, Utzon viajó por México. En 1962 la revista milanesa Zodiac publicó un texto en el que Utzon reflexionaba sobre aquella visita, Plataformas y mesetas.
La plataforma como elemento arquitectónico es un elemento fascinante. Me enamoré de ese elemento por primera vez en México, en un viaje de estudios en 1949, donde encontré muchas variaciones, en tamaño y en ideas, de la plataforma, y donde muchas de ellas se encuentran solas sin nada más que la naturaleza que las rodea.
Utzon explica dos casos —ambos en la península de Yucatán: Uxmal y Chichen-Itzá— en los que la fronda densa e inaccesible de la selva que cubre la planicie se transformaba de cubierta en suelo mediante el artilugio arquitectónico de la plataforma: “al introducir la plataforma con su nivel a la misma altura que la copa de los árboles, este pueblo había obtenido repentinamente una nueva dimensión de la vida,” escribió. El techo de la selva se convertía así en una “amplia planicie abierta” y el cielo y las nubes en el nuevo techo. Utzon compara ese uso de la plataforma con otros casos en la India, China o Japón. También explica cómo la plataforma opera en su proyecto para la Ópera de Sydney: “la idea rectora fue hacer que la plataforma cortara al edificio como un cuchillo separando completamente las funciones primarias de las secundarias. En la parte superior de la plataforma, el espectador percibe la obra de arte terminada; en la parte inferior se la prepara.” Hay, pues, de los croquis de Utzon en su visita a México en 1949 a sus proyectos de los años posteriores, el descubrimiento y la transformación de una forma o, más bien, de una operación arquitectónica fundamental que tuvo algunas de sus mejores expresiones en la arquitectura mesoamericana.
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