Edificio Basurto. Después de la tormenta viene la calma
El Basurto es una referencia arquitectónica e histórica, no únicamente en la Condesa, sino en la ciudad y en el [...]
19 marzo, 2015
por Paloma Vera | Twitter: palominvera
“Todo recuerdo es el presente”
Novalis
Conocí a Carlos Mijares porque quería que fuera mi director de tesis. La primera vez que conversamos me recibió en su casa de Coyoacán donde le dije que había visitado todas sus Iglesias en Michoacán y que me habían hecho pensar en la arquitectura árabe. Me impresionó su generosidad y su cultura. A partir de ese momento nos hicimos muy buenos amigos.
Hablar de Carlos Mijares es hablar de arquitectura, pensamiento, enseñanza y el universo personal.
Haciendo arquitectura
“Las geografías- dijo el geógrafo- son los libros más valiosos de todos los libros. Nunca pasan de moda. Es muy raro que una montaña cambie de lugar. Es muy raro que un océano pierda su agua. Escribimos cosas eternas.”
El principito
Tabiques en movimiento. Poesía con vocales.
“Compartimos un lenguaje y sin embargo hay poetas que dicen cosas que no se han dicho. Ese es el ejercicio de hacer arquitectura”.
Las capillas de Carlos Mijares son una mezcla de sencillez y complejidad. Parten de un elemento esencial y con este componente se construyen espacios únicos, combinaciones asombrosas en su riqueza y complejidad. Una sola pieza, todas las posibilidades…
Sus espacios crean lugares donde ocurre la experiencia arquitectónica y de los sentidos.
Las manos quieren ver, los ojos quieren acariciar, decía Goethe…
La arquitectura memorable es la que logra activar los sentidos para que la experiencia sea total y registrable. Espacios que se convierten en momentos vividos, en experiencias, entre más intensas sean esas experiencias es más profundo el registro. La arquitectura de Carlos Mijares ha logrado producir improntas en sus visitantes. Todos los que hemos estado en sus obras tenemos un grabado fiel y muy personal que el original “el espacio físico” ha creado en nosotros. Las experiencias en sus espacios son siempre memorables.
Enseñando y aprendiendo
Ando/iendo (en gerundio)
¿Porqué escribe usted?, le preguntaron a la escritora Clarice Lispector, ¿porqué bebe agua usted? Respondió.
Hay verbos que son inseparables en Carlos Mijares. Hacer, enseñar, aprender, escribir, pensar, hablar arquitectura, en arquitectura como le gustaba decir.
Hace varios años les hice una entrevista a él y a Humberto Ricalde sobre sobre la enseñanza y el aprendizaje en arquitectura en la que conversamos esenciamente sobre cómo se enseña/ aprende y qué se enseña/aprende. En una de sus primeras intervenciones Carlos me dijo: Estoy siendo arquitecto.
“El aprendizaje y la enseñanza en arquitectura, en un sentido estricto debe estar en gerundio La arquitectura se va aprendiendo”. Ese pensamiento que se refleja en su arquitectura, en sus clases y en sus textos, es una constante. Tiene como premisa obligarnos a afinar nuestra capacidad de observación para poder crear RELACIONES, para construir con tabiques, o con palabras, para imaginar un espacio o un texto mediante un lenguaje que comunique.
Habló también de la necesidad de crear herramientas para decantar pensamientos. “Un maestro es el que te ayuda a crear esas herramientas, no creando formulas o soluciones que se repitan”. La entrevista se llamaba: Afinar el Astrolabio. Ese ha sido el objetivo de su pensamiento y enseñanza, para que los alumnos y todos nosotros una vez hecho ese instrumento de navegación lo afinemos y lo utilicemos en cualquier situación con curiosidad, estímulo, provocación.
El universo personal
“¿y mi puesta de sol? dijo el principito que jamás olvidaba una pregunta una vez que la había formulado”
Una amistad nace de curiosidades compartidas, de coincidencias, de la construcción de otros espacios donde se intercambian recorridos.
He pasado tardes maravillosas conversando con mi queridísimo amigo Carlos sobre música, comida, vinos, ciudades. De toros y arquitectura. Sobre descubrimientos literarios, recomendándonos textos, decantando, transmitiendo con emoción y compartiendo tesoros descubiertos. Recuerdo una vez que platicamos sobre “la contemplación” en uno de los libros de Kawabata, de la sombra en Japón, del libro de Tanizaki “El Club de los gourmets” que cuenta la historia de varios amigos que recorren kilómetros en la ciudad (guiados únicamente por el olfato) para comer una sopa de hongos silvestres. Todos los que conocimos de cerca a Carlos sabemos que él es socio fundador de ese club…. Sentidos, espacio, un leit motiv .
Hemos conversado sobre el origen de las palabras, de la MOJAMA de atún que muchas veces disfrutamos juntos y que nos provocó muchas risas al descubrir que quiere decir embalsamar en árabe. Recuerdo sus observaciones (acertadas y jocosas) sobre la elección estratégica (topográfica) del lugar para ubicar los oráculos y su mensaje erótico, o sobre la maravilla de entender vínculos entre “el sitio” y “lo construido” o el amor.
Una vez que me contó una historia (que no se si sea verdadera o inventada) sobre un problema en el registro con su acta de nacimiento porque su apellido no aparecía escrito igual ahí que en otro documento, y con mucha risa me confesó que había resuelto el asunto explicándole a la señorita que si leía El Cantar del mío Cid podría verificar que su apellido estaba escrito de la misma manera como en el acta, por lo que no tendría porque existir ninguna confusión.
Conversador innato disfrutaba intercambiando historias. Construir, enriquecer, crear relaciones entre otras cosas y entre los temas, igual que en un proyecto de arquitectura. Excelente arquitecto, gran maestro, maravilloso amigo lleno de inteligencia, cultura y sensibilidad.
Recientemente me dijo: en la vida hay solo dos tipos de experiencias, las ordinarias y las extraordinarias. Experimentar su arquitectura, sus clases y su amistad ha sido definitivamente una experiencia extraordinaria.
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