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¡Felices fiestas!
5 septiembre, 2012
por Arquine
por Pilar Echezarreta
El Palacio de Tokio, centro de arte contemporáneo de París, reabrió sus puertas al público este verano. A casi cinco meses de su reapertura, bajo la dirección de Jean de Loisy, este anti-museo por excelencia se ha convertido en un Palacio de luz. El edificio construido en 1937 fue diseñado para la Exposición Internacional de Arte y Técnica y posteriormente fue utilizado como extensión del Museo de Arte Moderno de París. Ubicado sobre la entonces llamada Avenida de Tokio, paralela al Río Sena, fue rápidamente rebautizado como Palais de Tokyo. En 1977, el Museo Nacional de Arte Moderno que ocupaba el ala oeste del conjunto se trasladó al Centro Georges Pompidou. Quedando esta parte cerrada y abandonada durante varias décadas.
En 2002, el Palacio de Tokio, bajo un proyecto de rehabilitación de los arquitectos Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal, abrió como un “lugar de arte contemporáneo”. Durante estos años, el palacio se convirtió en la vitrina más efervescente del arte europeo actual. En 2009 se cierran nuevamente las puertas de centro, y este año reabre en su segunda versión. Sería fácil pensar que a causa de la recesión económica en la que está sumergida Europa, la arquitectura en el viejo continente –institucional para este caso– tiene un restringidísimo espacio de maniobra o simplemente debe de esperar. Contrario a esta visión, Lacaton & Vassal dieron muestra de que las peores crisis son cuna de las mejores acciones.
La pareja de arquitectos franceses trabajó en un ejercicio de economía de medios, esta vez, tumbando muros divisorios, rescatando las fachada principal que da al Río Sena y abriendo el casco del edificio para permitir la entrada de luz natural a las nuevas galerías. Este ambiente desenfadado permite al visitante un acercamiento espontáneo al arte, lo que lo distingue de otros museos y galerías. En tiempos donde el discurso sobre la arquitectura autosustentable, durable, ecológica y social permea la opinión pública internacional, probablemente este proyecto-manifiesto sea uno de los pocos fieles al desarrollo sustentable. Sin artilugios, la obra de los arquitectos se resume a la recuperación con honor de un espacio con potencial único en el corazón de París; liberar el edificio de su potencial y belleza, integrar la luz natural en su máximo esplendor y generar un espacio-laboratorio de apropiación para artistas y público visitante. *Artículo completo en Arquine 60
© Lacaton & Vassal