Serie Juárez (I): inmovilidad integrada
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28 marzo, 2019
por Pablo Emilio Aguilar Reyes | Twitter: pabloemilio
Hay una desgracia que no se puede ignorar: toda construcción está necesariamente a merced de los recursos de los cuales se disponga. Esta es una constante que prevalece a toda escala, pues una construcción eficiente es aquella que economiza en la medida de lo posible. Si una familia quisiera ampliar su hogar con un cuarto adicional, tendrá que ajustarse a algún presupuesto, de la misma forma en la cual una ciudad debe hacer lo mismo al destinar recursos para la construcción de infraestructura.
Es decir, la posibilidad para cambio y bienestar que ofrece la arquitectura queda relegada ante la economía, y debe ser reducida a la futilidad cuantitativa: a montos, tasas de interés, coeficientes y estimaciones. ¿Por qué es así?, ¿por qué la arquitectura debe ceder ante la economía, en vez de ser al revés? Adicionalmente, el imperativo económico de cualquier edificio no se restringe exclusivamente a su ámbito financiero, sino que también deberá optimizar los recursos naturales. Como sabemos, a nuestra era —el Antropoceno, como se le dice— la caracteriza una crisis ecológica acechante. En esta triada (arquitectura, economía, y ecología) hay un traslape cuyo origen es el oikos.
Oikos es una palabra griega; un fino abanico conformado por tres conceptos principales cuyo clavillo es la casa(1). En primer lugar, el significado inmediato de oikos es la estructura física, el edificio. En segundo lugar, comprende la familia que habita el hogar. Por último, todas las pertenencias de la familia, de la misma forma conforman parte integral del oikos; no solo los muebles y los objetos de uso diario, sino también los insumos, los alimentos y la respectiva logística o manejo de estos. Si la familia cuenta con un gallinero o parcela en la cual sembrar alimentos, esta se consideraría parte de oikos.
Esta noción de un concepto de múltiples componentes mantiene vigencia hoy: al decir «¡robaron mi casa!» uno no se refiere al edificio sino a los objetos que hasta el día del robo estuvieron en su interior. El oikos, en su definición clásica, es el lugar que habitan y trabajan las mujeres, los niños y los adultos mayores, mientras que los hombres se escudriñan en la polis y el agora. A pesar de que esta estructura social ha perdido vigencia, ayuda a vislumbrar la manera en la cual el oikos no solo conforma un hogar y todo lo que lo integra, sino que también es un concepto que organiza políticamente el espacio de la ciudad. La administración del oikos (eco-) es el origen de la economía, ya que esta se deriva de su nomos (-nomía), cuyo significado son las normas del buen manejo administrativo del hogar. El quehacer del nomos de la casa se enfoca en las causas y consecuencias de los ciclos de producción y consumo propios de la vivienda. Dentro de la arquitectura y su habitar colectivo se desenvuelven las dinámicas de producción que incumben a la economía.
Bajo esta perspectiva, no es la economía la que da cabida para la arquitectura, sino que resulta al revés. Todo homo economicus, o sea, toda persona económicamente activa, es antes un homo oikonomicus, es decir, una persona de casa. Las personas que duermen en la calle, se podrían considerar pobres tanto por su desafortunada falta de capacidad económica así como por falta de un hogar.
En el caso de la ecología (el logos del oikos) la lógica es la misma. La ecología es la ciencia que estudia las relaciones latentes entre seres que actúan dentro del gran oikos que es la tierra para toda la vida que la habita. La causa de la crisis ecológica contemporánea es la falta de nomos aplicado a los recursos y residuos de la actividad humana. A pesar de que la economía parece marchar ordenadamente, en términos generales, la ecología global se encuentra cada vez más frágil.
Esta reflexión entorno a la idea del oikos tiene como objetivo revelar que es desde la arquitectura donde se desprenden estos demás conceptos. En el objeto arquitectónico del hogar y las formas en la cuales este es habitado se materializan las lógicas detrás de la economía, la ecología, y la organización política y social. Para hacer frente a la problemática mundial contemporánea habría que regresar al oikos. Es decir, los pasos hacia la solución contra alguna crisis económica o la actual crisis ecológica se tienen que emprender primero en casa.
1. Gallego, Julián (2003). “El mundo rural en la Grecia antigua”. Madrid: Akal Ediciones. pp. 19-21.
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