OLVIA se ubica en un predio de especial relevancia ya que está en el acceso principal rodado al barrio Bellavista en Quito y tiene un desnivel prominente que ayuda a potenciar la posición del edificio en su entorno. La complejidad morfológica del terreno, sumada a su desnivel, hicieron del encuentro entre el edificio y el espacio público uno de los factores determinantes a la hora de afrontar el proyecto. Para dar una correcta solución a estos factores y evitar la creación de muros, se planteó un volumen que se iba abriendo al espacio público conforme iba descendiendo por el perímetro de la propiedad.
De esta manera, en la parte más alta se ubicó el acceso peatonal y en la más baja, los accesos rodados a los parqueaderos, incorporando entre estos puntos dos locales comerciales y una pequeña plaza que favorece el encuentro entre los vecinos. Para garantizar unas condiciones adecuadas de ventilación cruzada e iluminación natural en todo el proyecto, se propuso la creación de un patio central que articula las dos barras principales en las que se encuentran las distintas tipologías de vivienda. Este patio permite generar relaciones visuales más agradables durante los recorridos de los habitantes desde el acceso principal hasta cada vivienda. Las fachadas interiores del edificio, a las que vuelcan las áreas húmedas de las viviendas, permiten crear circuitos de ventilación cruzada y facilitan la iluminación natural de estos espacios que usualmente se ubican en áreas residuales, mejorando significativamente su habitabilidad.
Conforme avanza en altura, el proyecto pivota sobre un eje central ubicado en la esquina principal del predio, generando una serie de volúmenes superpuestos que favorecen la creación de terrazas. Estos volúmenes albergan las zonas de día de las viviendas y se caracterizan por la existencia de grandes ventanales que permiten disfrutar de las vistas panorámicas del entorno. La geometría del lote, de forma casi triangular, conlleva un aumento significativo en la proporción de fachada del proyecto. Por este motivo, y por la posición destacada en su entorno, consideramos que la concepción de la fachada no podía ser un ejercicio meramente compositivo, sino que se debía respetar la herencia arquitectónica del barrio y además llevar a cabo un alarde tecnológico y constructivo que posicionara al proyecto como ejemplo de innovación.
Después de investigar varias soluciones, se desarrolló un sistema de fachada compuesto de hormigón aligerado y pigmentado a través de óxidos naturales. Este sistema permitió diseñar paneles de hasta 3,15 metros de altura y distintos anchos y geometrías que permitieron dar al proyecto una respuesta constructiva adecuada a una envolvente de alta complejidad morfológica.