Obras

Una senda forestal

Una senda forestal

Nombre del proyecto

  • Senda forestal en el cementerio de Roques Blanques del Parque Natural de Collserola

Arquitectos

  • Batlleiroig Arquitectura
  • Enric Batlle Durany
  • Joan Roig i Duran
  • Iván Sánchez Fabra – Architects

Página web

  • batlleiroig.com

Superficie

  • 8,600 m²

Ubicación

  • Barcelona, España

Fotografía

  • Jordi Surroca

Fecha

  • 2020

Una innovadora intervención paisajística para un nuevo modelo de infraestructura efímera basado en la naturaleza. El Cementerio Metropolitano Roques Blanques, dentro del ámbito del Parque Natural de Collserola en El Papiol, Barcelona (España), se ha desarrollado a lo largo de los últimos 30 años. Desde su concepción en 1981, el cementerio se concibió como un jardín de 122 hectáreas que se desarrollaría en diferentes fases, hasta alcanzar en la actualidad un total de 7 agrupaciones construidas. Además, el respeto mutuo por el medio ambiente y la naturaleza ha permitido plantear una propuesta pionera de nuevas formas de enterramiento ecológicas y 100% biodegradables. 

Esta intervención, basada en la conservación del medio ambiente, supone el desarrollo del conjunto número 6, con una superficie de 8,600 m². Con una orografía muy pronunciada de pinos y encinas ejemplares, está preparado para albergar 1,500 sepulturas nuevas. 

El reto consistía en crear un espacio accesible para la práctica de ritos funerarios que preservara los valores ambientales del lugar y contribuyera a la recuperación de la biodiversidad característica del Parque Natural. La nueva agrupación se convierte en un camino de entrada al bosque, complementado con una terraza verde, una pradera que refleja el pasado agrícola de Collserola y un jardín de mariposas como sistema de contención para minimizar el impacto sobre la topografía existente. 

Así, se propuso un jardín vertical basado en la tecnología de muros Krainer, que es un sistema innovador basado en la bioingeniería aplicada al paisaje. Como sistema de contención natural, genera una gran terraza verde, incluyendo un espacio adecuado y accesible para nuevas tumbas, permitiendo la integración de los árboles existentes y añadiendo nuevas especies locales. Está diseñado para construirse de manera rápida con materiales naturales del entorno inmediato. 

La tecnología combina materiales muertos y vivos, lo que a menudo se denomina “malla viva”. Evoluciona con el tiempo, relacionando la degradación de los elementos muertos (troncos) con las raíces y el crecimiento de los elementos vivos (arbustos y matas). El muro Krainer tiene una longitud de 304.5 m, una altura de 1.5 m y una anchura de base de 2 m además de1 m de camino. Está situado en la ladera interior de la terraza del jardín, dando a una gran pradera verde y mirador. 

El muro Krainer es el lugar más apropiado para el “mariposario”, un nuevo espacio enterrado que alberga diferentes especies vegetales que contribuyen a crear un ambiente aromático y sirven de espacio vital para una gran variedad de polinizadores, incluidas las mariposas. El diseño sigue los principios “de la cuna a la cuna”, por lo que favorece una economía circular: una intervención con huella de carbono cero, que no genera residuos. Además, el proyecto regenera el bosque existente y reactiva la vida en el parque natural. Esta intervención tiene un uso muy específico, y sirve para un periodo de tiempo limitado: se espera que tenga una vida útil efímera de aproximadamente 30 años, tras lo cual volverá al estado original del bosque. Este periodo de tiempo se ajusta a los fines de duelo y recuerdo, al tiempo que se construye en seco, sin consumo de agua y utilizando en exclusiva materiales naturales y locales. 

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