El refuguio está situado en la zona de bosque marítimo, próximo al primer tramo de playa oceánica del Uruguay, que presenta una gran diversidad de especies nativas que conviven en un ecosistema denso y de difícil accesibilidad, con la presencia de varios ejemplares de eucaliptus, coronilla y aruera, entre otras especies que conservaron para construir una narrativa propia entre el proyecto de arquitectura y su paisaje inmediato. La topografía del terreno presentaba una depresión pronunciada hacia la zona posterior y lateral, producto de la presencia de dos pequeñas cañadas que recogen el escurrimiento de agua natural de la zona y lo canalizan hacia el mar.
Se decidió que el proyecto intentara mantener lo más intacto este ecosistema y se integrara al mismo con una huella lo más pequeña posible. Se optó por un sistema de cimentación tipo palafito conformada por pilotes de cemento que se apoyaran puntualmente en el terreno dejando toda la construcción suspendida sobre la superficie del suelo. El refugio se articula en una disposición longitudinal que divide el terreno en dos instancias de características diferentes: la primera, orientada al norte, es el acceso y vinculo interior-exterior de uso, mientras que la segunda zona, orientada al sur, tiene una lógica de contemplación, para mirar el paisaje a partir de una serie de recortes específicos en la fachada y cubierta.
La distribución está articulada por el módulo de instalaciones que divide las zonas de descanso de los espacios sociales. El conjunto está modulado a partir de una serie de pórticos estructurales que permanecen expuestos al interior y exterior dando ritmo y textura a las fachadas. Por último, se optó por aumentar el volumen interior en el área social para adquirir mayor contacto con el exterior y generar un segundo dormitorio desde el cual se puede observar el horizonte profundo al mar.