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El centro de la primera infancia nace de un conjunto de intenciones dirigidas al impacto de las futuras generaciones. Arquitectura como materia, espacio, luz y su integración a la naturaleza. Solamente lo esencial.
La tierra, como materia prima, se agrupa en la forma de muros, que a su vez componen los planos que conforman los espacios de vida. Este material contiene información primitiva, primordial, elemental, ligada a la memoria y a los sentidos, que en conjunto con la luz, nos permite experimentar texturas, colores, olores y una serie de emociones que enriquecen la percepción y el aprendizaje en la primera infancia.
Se crea una construcción vertida hacia su interior, introspectiva, como incubadora de la propia vida que allí dentro se gesta. Por fuera, grandes volúmenes de tierra ocultan y protegen el interior. Por dentro, sucede lo opuesto. El lleno construye el espacio y configura el vacío. La continuidad espacial es lo que permite fusionar el exterior con el interior, construyendo una integración entre los espacios protegidos y la naturaleza. La ventilación cruzada, los techos verdes, el adecuado asoleamiento, el uso de materiales de bajo impacto ambiental, son todas consideraciones que se incorporan al diseño arquitectónico para garantizar la correcta climatización y el apropiado confort térmico de los usuarios.
De un solo nivel, el centro se compone de 4 espacios principales: dos aulas grandes, con la posibilidad de dividirlas en 2 cada una, el área de alimentación y un área administrativa. Cada espacio, volcado en ambos lados a patios, se comunican visualmente con el exterior, eliminando el concepto del aula como espacio cerrado. El patio central, que funciona como el área de juegos, se convierte en un punto focal del conjunto. Es un punto de encuentro de las distintas edades, un piso con varias texturas y materiales, donde se aprende jugando y se juega para aprender. Así, una esquina común y corriente, se transforma en el centro de conocimiento, centro de aprendizaje, sembrador de las semillas que allí un día plantaron, y que de a poco, el mundo será testigo de sus frutos.