En 2011, Natura, multinacional brasileña de cosméticos y productos de belleza, promovió un concurso de arquitectura por invitación para su nueva sede administrativa en São Paulo. El proyecto elegido entre nueve equipos participantes está situado en los límites de la Via Anhanguera, a un kilómetro de la Marginal Tietê. Construido junto al centro de distribución de la empresa, ocupa un terreno con densa vegetación de aproximadamente 112.000 metros cuadrados. Con una superficie de 29.700 m², su programa incluye espacios corporativos para 1.600 empleados, así como áreas de apoyo, servicios y utilidades.
Respetando las condiciones naturales del emplazamiento, el edificio se pensó como una Torre Horizontal transparente y muy permeable, de unos 100 metros de longitud. Como un volumen “flotante” en medio de la exuberante vegetación, recibe los principales flujos de peatones a través de pasarelas que atraviesan las copas de los árboles. Jardines, zonas verdes y estanques reflectantes aparecen como incisiones y elementos que invaden su masa edificada y equilibran su volumetría.
Compuesto por seis plantas (planta baja, tres pisos estándar y dos plantas inferiores), sus espacios internos se articulan en torno a un vacío integrador, que atraviesa todas las plantas. Los jardines interiores y las zonas de circulación también se orientan hacia el vacío. Ascensores panorámicos y un conjunto de escaleras atraviesan el espacio y refuerzan la prerrogativa de edificio extrovertido que expone el flujo y el movimiento de los usuarios. Una amplia cubierta unificadora, formada por marcos acristalados horizontales y lamas metálicas perforadas, filtra la luz natural.
Siguiendo los principios de la ecoeficiencia, las fachadas acristaladas este y oeste están protegidas por un sistema de lamas de vidrio laminado fijadas en marcos metálicos. Las lamas metálicas implantadas en las caras norte y sur disminuyen la insolación interior. Además, el tejado verde pretende intensificar el aislamiento térmico del edificio. Al ofrecer espacios de trabajo poco convencionales, dinámicos, fluidos y extrovertidos, la arquitectura de NASP pretende exteriorizar los principios que subyacen, rigen e impulsan la actuación de la empresa: sostenibilidad, innovación, transparencia y compromiso socioambiental.