A partir de un concurso, se diseñó el Centro de Interpretación y Auditorio del Túnel Subfluvial, requerían una serie de edificios que resolvieran todo el programa propuesto, así como la creación de un nuevo parque urbano que colinda con la ciudad de Paraná. Por ello, se creó una arquitectura que convirtiese una realidad mejor.
La primera y más importante decisión fue separar el programa en dos edificios que articularan el recorrido dentro del parque, cediendo el protagonismo al edificio del arquitecto moderno argentino Mario Roberto Álvarez. Estos dos edificios se ubican en los límites del terreno, donde se encuentran las pendientes más marcadas. De esta forma se utilizaron dos conceptos arquitectónicos que refieren a los límites; la puerta y el umbral.
A través de la creación de cuatro muros se definen los vacíos interiores. Los espacios se gestionan a través de la aparición de una serie de cajas y un cofre. Estas cajas contienen los usos estáticos del programa. Ambos edificios se construyen en concreto armado, heredando la técnica constructiva con la que Mario Roberto Álvarez construyó ambos bordes. Aquí, se tomaron prestadas una serie de imágenes materiales que invadieron la memoria durante la investigación, las cuales definieron la atmósfera a construir.
Por medio de las leyes que este material ofrece, se construyó a partir de comprender sus límites. Se crearon, por tanto, dos actuaciones casi idénticas, a través de la repetición de muros y vigas, que encuentran sus singularidades cuando la topografía, la vegetación existente o el programa lo solicitan.