La casa-estudio gira alrededor de un patio de recinto. El criterio es sencillo: piso negro y muros blancos, tan sencillo que no hay lugar para zoclos u otros elementos. Para mejorar la iluminación de la casa, se reemplazó un plano por cristal. El techo, la azotea, sin mayor uso que soportar algún tinaco, gracias a una escalera de caracol naranja, se cubrió de ladrillo y ofrece una vista perimetral de verde y fresnos grandes.
Hay tres escaleras (además de una cuarta que conecta con la azotea) de diferente material, geometría y barandal que pasan por el recinto. La de concreto aparente tiene 45 grados de inclinación, se desliga de las losas como una serpiente que se adosa al muro, a un entrepaño de placa de fierro que se plisa. Del muro salen en voladizo cuatro huellas que solo muestran su función por un esbelto redondo que resulta ser un barandal que da acceso al pasillo de vidrio de la biblioteca.
La biblioteca lo articula todo y es el espacio central, una caja de cristal de doble altura con 120 metros lineales de entrepaños de placa de fierro donde se colocan libros de arquitectura, urbanismo y diseño. La poesía, historia y literatura ocupan el vestíbulo mientras que los libros antiguos están en la sala. La gastronomía y los viajes, de manera conveniente, se acomodaron en la cocina.