Libros.com es una editorial independiente que opera exclusivamente en linea. Junto con la venta de libros, financian sus proyectos de forma colectiva mediante crowdfunding, un modelo de gestión que busca establecer una comunidad entre mecenas (lectores) y autores. Sin embargo, los miembros de esta comunidad rara vez se han conocido personalmente. Cuando Roberto, uno de sus cuatro socios, llamó a los arquitectos a principios del verano de 2017, les propone el reto de crear un espacio físico para la editorial tras encontrar un local de apenas 10 metros cuadrados cerca de la Plaza de España, en Madrid.
La Berlinesa, es un lugar con vocación de punto de encuentro entre mecenas y autores que se articula como un modelo de negocio híbrido que une tres de las pasiones comunes a sus socios: los libros, el café y la ciudad de Berlín. Las condiciones de partida de La Berlinesa son, como casi siempre en la arquitectura, dos: los plazos y el dinero. El encargo exige abrir el local al púbico en un tiempo récord de dos meses y con un presupuesto de apenas 8,000 euros.
La respuesta de Gonzalo y Ana fue clara: no harían nada (o casi). Como en la navaja de Ockham, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable. A partir de acciones precisas, ensayaron soluciones de bajo coste para activar este espacio obsoleto y cubierto por completo de gotelé. Con un martillo y un cincel recuperamos la historia del local presente en sus paredes, trayendo del pasado un muro de carga de ladrillo y dos tabiques pintados de un color azul-verdoso cuando el espacio era una tienda de electrónica.
A pesar de las reducidas dimensiones del local, la normativa exige dotar al espacio de un baño para el personal. Lo que en un primer momento pareció ser una desventaja se convirtió en una virtud y oportunidad para resolver la organización interior del local; así construyeron un volumen mínimo ubicado en la entrada, que cubrieron con un espejo para hacerlo desaparecer y que además construye un umbral, dando más profundidad al espacio. Sobre este espejo se reflejan, además de la ciudad y los vecinos del barrio, los distintos libros colocados sobre unas baldas lineales de madera que tendemos sobre la pared opuesta y que, como si de un panóptico se tratara, ahorran espacio a la vez que permiten al usuario-cliente visualizar de una vez todos los títulos disponibles.
Conservaron el suelo de baldosa hidráulica existente y situamos sobre él el elemento en el que mayor parte del presupuesto se invierte: una mesa. Más allá de ser una pieza de mobiliario con patas como libros abiertos boca abajo, es arquitectura; posee la capacidad de organizar y articular el espacio de La Berlinesa estableciendo el límite entre el dentro y el fuera, entre el dependiente y el cliente. En otras palabras, la mesa actúa como mediadora del lugar.
También pintaron de blanco la pared de ladrillo del fondo para hacer el espacio más ancho, y el techo de negro para conseguir un volumen más bajo. Finalmente, en la esquina izquierda fabricamos una puerta a otro mundo mediante un espejo que distorsiona y transforma el local. Una puerta que resume la magia de La Berlinesa. No saben si los conduce al pasado o al futuro, pero de lo que sí están seguros es de que ese nuevo estadio estará lleno de libros. Y de café.