La Iglesia San Juan María Vianney goza de una esplendida vista desde la cordillera norte de Venezuela hacia el Mar Caribe y forma parte de la comunidad rural La Media Legua, aproximadamente a dos horas y media de carretera de Caracas, en la parroquia de Tarmas, en el estado Vargas. La parroquia tiene una población de 13.500 habitantes, muchos de los cuales viven en situación de pobreza.
La estructura de la iglesia se rige con bloques de cemento convertidos en paredes estructurales al insertar varillas de acero, y concreto en las cavidades interiores. Por encima de los 2,40 metros de altura (que corresponde a 12 filas de bloques) comienzan a aparecer aperturas que incrementan de tamaño a medida que sube la pared permitiendo que el espacio interior sea ventilado e iluminado naturalmente. Tres aperturas de mayor tamaño al nivel de los ojos acercan el paisaje exterior a la iglesia enmarcando árboles y una cruz. La construcción ha sido realizada por miembros de la comunidad de Media Legua utilizando materiales que se pueden conseguir con relativa facilidad, ya que la escasez de materiales de construcción ha sido un tema álgido en el Venezuela desde hace muchos años. Otra ventaja de los bloques y el concreto es que requieren mínimo mantenimiento.
La iglesia cuenta con un terreno de más de 2.000 m2 que originalmente perteneció a la familia Monterrey, quienes fueron beneficiarios en los años 1960 de la Ley de Reforma Agraria. Años después, se realizaron movimientos de tierra en preparación para recibir un programa universitario de agricultura, pero el proyecto nunca se concretó. La idea de crear una iglesia en el lugar surge por deseo de la comunidad de crear un lugar de culto más cercano, ya que muchos debían desplazarse más de una hora a pie para llegar a una iglesia. La iglesia fue construida gracias a donaciones como la de la Parroquia Santos Apóstoles de Oviedo en España entre otros. Diez años más tarde se consagra la Iglesia en Media Legua como La Iglesia San Juan María Vianney, en honor al Cura de Ars que cumplía 150 años en ese momento.
Hoy la iglesia representa el centro de la comunidad. El espacio que la precede funciona como plaza pública y con sucesivas donaciones será adecuado con mobiliario, iluminación y columpios para los niños. Dada las circunstancias y los retos que se presentan en Venezuela para realizar las tareas mas cotidianas, haber logrado concluir este proyecto y usar el espacio para celebraciones religiosas es de por si un logro muy significativo para la comunidad.