Karlín empezó siendo un barrio industrial en Praga y se ha transformado radicalmente en las últimas décadas. En la vida cotidiana del gran centro de Praga desempeña un papel determinado en gran medida por esta transformación. Teniendo en cuenta todos los requisitos de la vida moderna, Karlín se ha hecho popular para la vivienda colectiva, el trabajo y el ocio. Para los nuevos departamentos llamados Fragment se ha ideado una arquitectura visualmente fuerte, que responde al contexto, tanto pasado como futuro.

Además de los aspectos formales y funcionales, una conexión natural con el espacio público circundante es lo que extiende el edificio hacia el exterior, lo hace más accesible y lo completa visual y funcionalmente. Una escultura monumental de David Černý forma parte integral del programa, fruto de la colaboración artística en el proyecto desde el principio.

Toda la zona se ha revitalizado gradualmente, lo que ha permitido conservar la escala original del antiguo Karlín. Por otro lado, los edificios altos y exentos de la urbanización modernista forman un contrapeso al patrón tradicional de bloques de la ciudad. Este complejo está situado en el límite entre estas dos zonas. Reaccionando a las historias arquitectónicas contrastadas, su propósito es encontrar la culminación y la armonía. La forma arquitectónica general, compuesta por dos brazos o alas convergentes, refleja la forma trapezoidal del terreno y el carácter de la urbanización circundante.

El Fragmento se convierte en la encarnación de la transición, o más bien la intersección, de dos mundos. En un extremo, dos volúmenes implican un patrón de manzana urbana; en el otro, un único volumen recuerda el planteamiento modernista aislado. La calidad pixelada de la fachada también sugiere el proceso de desintegración de la manzana. El estrecho contacto con el histórico edificio Invalidovna fue otro momento decisivo en el desarrollo del proyecto.