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Los espacios públicos de las periferias urbanas deben responder a una necesidad de activación social. Al margen de ciertos ejercicios monumentales que provocan más desarraigo entre los habitantes de una comunidad periférica –cítese, una vez más, el caso de Chimalhuacán con el Guerrero Chimalli, escultura millonaria en una población asediada por el crimen–, la red de Faros articula al centro cultural como una necesidad comunitaria. Fundados en delegaciones que no cuentan con la oferta cultural de los entornos céntricos, los Faros inauguran la posibilidad de instalar territorios de apropiación en regiones fragmentadas. Ahora, a esta red conformada por el Faro de Oriente, Faro de Tláhuac, Faro Milpa Alta y Faro Indios Verdes, se suma el Faro Aragón. Inaugurado el 17 de junio de este año, la Fábrica de Artes y Oficios Aragón, proyectada esta ocasión por el arquitecto José Allard Contreras en colaboración de Arturo García Bautista, Cristóbal Magaña y Francisco Castillo Moreno, recupera las instalaciones del Cine Corregidora, cerrado en 1997, para poner en marcha un espacio formativo y expositivo abocado al cine y a las artes escénicas.
Las obras de rehabilitación iniciaron en 2012, reforzando la estructura original e interviniendo lo que ahora es el vestíbulo, donde se encuentra la galería y las comunicaciones a los distintos servicios del Faro, como los sanitarios, las bodegas, los talleres y las salas de teatro y de cine. En el primer piso se encuentra el escenario y la sala de proyección, donde se realizarán conciertos, montajes escénicos y funciones de películas. El escenario cubre 240.25 metros cuadrados y la sala de proyección, integrada al escenario, 22.14 metros cuadrados. La división entre el público y el proscenio podrá adaptarse para permitir la participación del espectador, dependiendo de la naturaleza del montaje. Por su lado, el área de talleres tiene un área de 292.50 metros cuadrados. El piso superior alberga una sala de cine con una capacidad de 154 personas, y es una de las zonas medulares para el discurso del Faro Aragón. Además de los ciclos de cine y los estrenos para los que está destinada la sala, se une el taller de artes escénicas, el salón de cómputo y oficinas de edición. En este recinto, también se impartirán programas educativos referentes al cine.
El Faro Aragón buscó conservar los rasgos originales del Cine Corregidora, obteniendo resultados más funcionales que radicales. Pero, aún cuando muchas de las modificaciones a la estructura operan solamente como intervenciones, Allard mantuvo un espacio familiar a los habitantes de la colonia San Juan de Aragón. Sin imponer un nuevo diseño a la escala de los alrededores –a su manera, el Cine Corregidora ya había modificado el paisaje del territorio-, el Faro entrega, después de obstáculos referidos a su construcción, un nuevo espacio público con consecuencias culturales.