Tras representar a México en la 55 Bienal de Venecia, “Cordiox” de Ariel Guzik -con la curaduría de Itala Schmelz- se exhibe en el Laboratorio Arte Alameda hasta el 20 de abril. Cordiox es una compleja máquina de cuatro metros de altura que describe, a través de sonoridades, el espacio y su entorno, y pone en juego el encuentro de dos elementos complementarios: 172 cuerdas tensas distribuidas en tres arpas y un cilindro de cuarzos de grandes dimensiones.
A su vez, internamente contrapone dos expresiones de un mismo fenómeno: los campos eléctricos y magnéticos. La cadencia tonal que genera es cristalina, sutil y expansiva, y está estrechamente relacionada con el espacio mismo. Este diseño tiene tras de sí muchos años de investigación y estudio, y es el resultado de un perfeccionamiento de laboratorio en conjunto con varias disciplinas. En la factura de esta pieza, el artista logró una importante síntesis de elementos y sencillez funcional. Su centro es un cuarzo fundido puro, único en el mundo, de 45 centímetros de diámetro y 180 de altura, manufacturado ex profeso por la empresa alemana Heraeus Quarzglass. El instrumento está formado por largas y tensas cuerdas que semejan los instrumentos musicales. La pieza se pretende itinerar por varias ciudades del país, como Puebla, Oaxaca y San Luis Potosí. Durante la Bienal de Venecia en la Iglesia de San Lorenzo, Cordiox generó un diálogo sonoro de gran potencia y belleza con el espacio, y permitió un recorrido auditivo del mismo, sin poner en riesgo ni al inmueble ni al público, explotando al máximo su potencial estético, más allá de lo meramente visual.
Ariel Guzik (Ciudad de México, 1960) es músico, investigador, artista, iridólogo, herbolario e inventor. Diseña y produce mecanismos e instrumentos para investigar diversos lenguajes de la naturaleza. Es director del Laboratorio de Investigación en Resonancia y Expresión de la Naturaleza en México, que explora de manera libre, desde hace más de 25 años, fenómenos de resonancia, mecánica, electricidad y magnetismo, como fundamento para la invención de mecanismos que dan voz a la naturaleza a través de la música. Su trabajo de investigación refleja una necesidad personal de generar una atmósfera que promueva el reencantamiento del mundo y busca preservar el misterio en lugar de descifrarlo, favoreciendo la percepción de los fenómenos naturales a través de los sentidos, la fascinación y la fantasía. Instalaciones y exhibiciones individuales de su trabajo han sido presentadas en diversas instituciones nacionales e internacionales.