La biblioteca se inserta entre dos volúmenes existentes para crear un contenedor espacial que da lugar a una plaza cívica en la que se vinculan los valores de la edificación con el exterior. Se busca que el edificio sea un lugar de escape, de concentración, para adentrarse en el mundo de los libros, por eso se plantea la fachada a partir de tres planos cerrados al exterior.Para entrar se requiere atravesar el volumen, penetrar en él y a la vez huir de la realidad exterior.
El programa se resuelve con dos módulos que se levantan en tres niveles para adaptarse a los árboles existentes y forman una escuadra. En el interior, esto configura un vestíbulo a triple altura, desde el cual se pueden contemplar las áreas de lectura, el auditorio y el laboratorio de cómputo. Una sala de lectura a doble altura se abre al jardín para ofrecer la conexión con lo natural, que se evade en el resto del proyecto.
La biblioteca proyecta una imagen austera y funcional. Además de concreto expuesto, utiliza también maderas recicladas y páneles de PVC perforados. Hacia el exterior, la fachada es de barro blanco esmaltado, lo que permite apreciar varias tonalidades. El proyecto busca convertirse en un ente complementario de la educación, en un objeto que invite a la retrospección.