El proyecto se encuentra ubicado en un conjunto residencial urbano, en donde conviven casas y edificios divididos solamente por una calle y donde los diferentes vecinos se ventanean sin ninguna mesura; éste busca ser una pausa en un contexto de gran ruido visual.
La pareja que habita la casa comparte una profunda afinidad por las experiencias sensoriales y poseen una vasta memoria espacial de vívidos recuerdos de sus múltiples viajes. Fue esta riqueza sensorial la que nos inspiró a realizar un proyecto que recreara la conexión que tenemos con los espacios que se nutren de nuestras experiencias personales: las ciudades que hemos visitado, los colores y formas que nos han marcado, los recuerdos auditivos, olfativos y visuales que atesoramos. Quisimos materializar en esta casa la visión de los habitantes y su relación con los lugares que forman parte de su identidad.
La propuesta se desarrolla en cuatro volúmenes sólidos que poseen una materialidad pétrea que contrasta con la naturaleza. El patio-jardín central –como pieza abstracta– es el eje que conecta los diferentes espacios. La fachada ostenta una grieta que acentúa la división entre dos de los volúmenes, creando la sensación de que, al cruzar por ella, se pasa de la esfera pública a la privada, del exterior al interior, del ruido al silencio; haciendo de dicho acceso un umbral hacia un espacio personal, transparente y profundo. Finalmente, nuestra intención es la de la búsqueda de la singularidad: cada espacio genera una conexión única con el exterior.