Proyecto dentro de la Revista Arquine 108 – Suelos
El Parque Ecológico Lago Texcoco es un proyecto de gran envergadura que atiende tres aspectos fundamentales: por un lado, contiene la presión invasiva de una mancha construida que, año tras año, ha ido menguando la superficie lacustre; por otro, elimina las cicatrices del gran proyecto fallido del aeropuerto metropolitano; y, sobre todo, es el rescate medioambiental de la mayor reserva territorial del Valle de México. En el contexto del cambio climático global, la restauración ecológica de un territorio de más de 14 mil hectáreas entre el tejido urbano de la zona metropolitana de la cuenca que alberga a la Ciudad de México, el Estado de México y sus alrededores agrícolas, representa una pieza clave de rescate del funcionamiento ambiental de la cuenca hidrográfica. Un área del 11% de la mancha urbana que equivale a 18 veces el bosque de Chapultepec o 2.5 veces Manhattan.
Muchos han sido los intentos de rescate del lago y sus humedales mientras la expansión urbana no hacía más que crecer, urbanizar, pavimentar y deshidratar. Y sin duda las intervenciones del ingeniero Nabor Carrillo en los años setenta fueron relevantes, especialmente con las mil hectáreas de agua que perpetuaron su nombre. Con el cambio de siglo algunas ideas visionarias de Alberto Kalach y Teodoro González de León ponían sobre la mesa la urgencia de recuperar la vocación lacustre y frenar la invasión sistemática. Finalmente, con el proyecto actual de lñaki Echeverria se hace realidad la contención de la invasión permanente y el rescate lacustre y sus humedales. Se trata de conservar, restaurar y rehabilitar un paisaje que todavía sobrevive, recuperando el mayor número posible de cuerpos de agua que ayuden a la expansión de hábitats para diversas especies botánicas y de aves, proporcionando además infraestructuras para el tratamiento del agua y equipamientos deportivos.
Hoy por hoy es el mayor espacio en el valle con capacidad para captar y almacenar agua de lluvia y aguas residuales, y tratarlas a gran escala mediante infraestructuras verdes y azules, lo que permite restaurar el hábitat y el paisaje. El proyecto del Parque Ecológico Lago de Texcoco se ha diseñado como una infraestructura viva, considerando los procesos, los compromisos con las comunidades y las condiciones existentes en el suelo y el agua; y atendiendo también la temperatura, la vegetación y la fauna. Se han respetado las funciones hídricas e hidrológicas preexistentes y se han incorporado nuevas funciones que mejoran la salud del valle, como la reducción de tolvaneras y la disminución de la isla de calor. Para ello se cuenta con un vivero de diez hectáreas destinado a la propagación de vegetación halófila, que ha producido más de seis millones de piezas de vegetación herbácea, que se usan para los trabajos de restauración de suelos, y el cultivo de árboles y arbustos que se plantarán como barreras rompe vientos.
Fundamentalmente, en su conjunto, es una infraestructura multifuncional que tiene la capacidad de recolectar lluvia, almacenar y tratar agua con sistemas de ingeniería tradicionales y sistemas vivos verdes y azules como humedales, y con la intención que en un futuro se pudieran rehidratar los acuíferos sobreexplotados. Unos miradores de madera —como hitos que pautan el territorio— facilitan el avistamiento de la flora y la fauna de la zona, al levantar la mirada unos pocos metros sobre este plano horizontal inmenso.
El proyecto se entiende como un proceso permanente de restauración de formas más saludables de habitar nuestra propia geografía, para recuperar el equilibrio hidrológico y que revierta las políticas públicas hidrofóbicas de varios siglos. De este modo podrá operar como sumidero de carbono, y capturar hasta 1.5 millones de toneladas de emisiones de carbono por año debido a la expansión de áreas verdes y humedales. A su vez, se prevé que mejore un 20% la calidad del aire con la reducción de tormentas de polvo y emisiones de partículas PM1 en la región. Además, se incorporan 300 hectáreas de nuevas instalaciones deportivas, culturales y de esparcimiento para atender las carencias de la zona oriente metropolitano: se genera un nuevo circuito de 53 km para bicicletas en la zona de reserva ambiental; y se construyen más de 260 hectáreas con canchas de beisbol, de fútbol rápido, fútbol 7 y fútbol profesional, zonas de juegos infantiles y de picnic, gimnasios de atletismo y entrenamiento, parques de patinetas y frontones.
Este proyecto ofrece la oportunidad de renegociar la relación entre la urbe y la biodiversidad de la cuenca del Valle de México, acercando a la ciudadanía a los paisajes naturales y sus ritmos, así como a su flora y fauna estacionales. Y los humedales restaurados pueden funcionar como esponjas que recarguen mantos subterráneos y mejorar así la disponibilidad de agua, ayudando a paliar el proceso de desecación de la cuenca y a mitigar los efectos del cambio climático.