Cuando David Alfaro Siqueiros salió de la cárcel le confesó a su mecenas y amigo Manuel Suárez que lo peor de los cuatro años en prisión fue la prisión del caballete, los límites bidimensionales del lienzo. Como recuerda Irene Herner, experta en la obra del artista, el muralista quería salirse de la caja. Durante los cuatro años que estuvo encarcelado en Lecumberri –de 1960 a 1964– dibujó varios bocetos para decorar el Hotel Casino de la Selva, propiedad de Manuel Suárez, pero al salir de su encierro propuso pintar un mural y, de esta manera, Suárez decidió que se construyera un lugar especial para albergar el mural más grande del mundo: La marcha de la humanidad, un octágono por dentro y un dodecaedro por fuera. El teatro, con capacidad para mil personas, fue inaugurado en 1971 y su construcción se realizó a base de una endeble estructura tridimensional a base de perfiles metálicos, en notable deterioro. Uno de sus momentos más gloriosos fue el concierto de The Police en 1980, con el público sentado en mesas de banquete, ante el desconcierto de Sting, habituado a hordas en los estadios.
El Polyforum Siqueiros forma parte del conjunto del actual World Trade Center, que originalmente fue el Hotel de México, proyectado por el arquitecto Ramón Miquelajauregui –exiliado español como Suárez– junto con Guillermo Rossell de la Lama y Joaquín Álvarez Ordóñez. El hotel pretendió ser el más alto del mundo con ochenta pisos y sede para los Juegos Olímpicos de 1968, aunque no se inauguró hasta 1971, quedando varias partes inconclusas y la torre reducida a 50 niveles. Tras décadas sin rumbo, se llegó a proyectar un conjunto que reubicara el Polyforum. Una propuesta de Enrique Norten empujaba el teatro de Siqueiros hacia la esquina con Insurgentes para hacerle lugar a un edificio de oficinas paralelo a la avenida que lo respaldaba, tanto física como económicamente. Ante el riesgo de la eventual reubicación del Polyforum, en octubre de 2014, el Gobierno de la Ciudad de México lo declaró Patrimonio Cultural Urbano como medida de protección para salvaguardar manifestaciones artísticas, arquitectónicas y urbanas que poseen un significado para la ciudadanía. Finalmente, la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México, a través del INBA; el Gobierno de la Ciudad de México, con las Secretarías de Cultura y de Desarrollo Urbano y Vivienda, y la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de Coordinación de Difusión Cultural, constituyen un Fideicomiso que aportará recursos –inicialmente treinta millones de pesos– para la total restauración del Polyforum y sus murales, además de doce millones de pesos anuales para la operación del centro cultural. Los recursos provendrán de un proyecto inmobiliario de uso mixto, que se construirá en el mismo predio.
En tiempos de gobiernos insolventes parece ser que la única manera de generar espacios públicos es cediendo tierra para garantizar la financiación privada que garantice proyectos culturales perdurables y, así, se preserva un centro cultural emblemático para la Ciudad de México y un monumento artístico de valor universal.
El proyecto realizado por el arquitecto Esteban Suárez –nieto de don Manuel– prevé el rescate del Polyforum y la construcción de una esbelta torre perpendicular a la Avenida Insurgentes y paralela al World Trade Center. Como se describe en la memoria del proyecto, “a más de cuatro décadas de su creación, el Polyforum presenta tres grandes problemas: el primero, son los materiales con los cuales fueron construidos los murales, paneles de asbesto cemento y fibra de vidrio. Con el paso de los años estos materiales frágiles se han ido rompiendo y craquelando. El segundo problema, es la pintura que Siqueiros utilizó para pintar los murales: pintura automotriz, que al estar a la intemperie, el sol, la lluvia ácida y la contaminación, la han ido dañando, requiriendo una constante restauración. El tercer problema, el más importante de todos, era el económico. Al ser un museo privado que no contaba con ningún tipo de apoyo o subsidio de gobierno, requería un constante gasto para su mantenimiento y restauración. Debido a esta problemática, los propietarios desarrollaron una solución que volverá auto-sustentable al Polyforum Siqueiros por los próximos 100 años y garantizará su mantenimiento, conservación y promoción: un proyecto integral que sin cambiar el uso de suelo con el que funciona desde su creación, y sin mover, tocar, tapar o afectar al Polyforum, generará nuevos espacios para que parte de las rentas alimenten el Fideicomiso de Administración, para la preservación del Polyforum”.
El proyecto abarca un área de 3,500 metros cuadrados en un predio más de ocho mil, que son utilizados en su mayor parte como estacionamiento. Ese estacionamiento se reubicará en los sótanos y se podrá generar “una plaza pública desde donde apreciar el Polyforum.” Al norte de esa plaza “se levantará una esbelta torre con un desplante de 1,369 metros, 15% del total del predio.” En la memoria también se explica que al sobrepasar la altura del Polyforum, el edificio se amplía en voladizo para hacerlo viable comercialmente. “Este volado estará recubierto con vidrio y debido a su inclinación, reflejará los murales del techo para que puedan apreciarse desde la plaza y la calle.”
Con esta operación público/privada se garantiza la permanencia del centro cultural creado por el muralista que quería salirse de la caja, con un proyecto inmobiliario de alta densidad y gran osadía estructural que, junto a otras torres de reciente construcción, vuelve a dar el protagonismo de arteria metropolitana a la avenida más larga de la Ciudad de México.