Este edificio de viviendas se encuentra en una zona de protección patrimonial, comprendida por casas de la época moderna de los años 50 de Guadalajara. El predio se caracteriza por su forma trapezoidal y rompe con la retícula ortogonal urbana, otorgándole dos fachadas al edificio. El primer frente, que da hacia una vialidad más concurrida, alberga los usos comerciales del edificio y la segunda fachada, dirigida a una vialidad más doméstica y tranquila, contiene el acceso principal a las viviendas. La propuesta se resuelve como un monolito excavado, una extrusión de la geometría trapezoidal del predio y un ejercicio estereotómico que permite la iluminación y ventilación natural a todas las viviendas por sus cuatro fachadas.
El volumen sólido reconoce a las edificaciones vecinas, y con un lenguaje discreto y heterogéneo permite la integración con el contexto. Una doble fachada funge como barrera protectora del sonido y la incidencia solar; vacíos que además se convierten en terrazas habitables y permean la visual hacia los jardines frontales, como sucede en las casas de la zona. Las quince viviendas se distribuyen en cuatro torres diferentes. Las cuales son atendidas por dos núcleos de circulaciones independientes, prescindiendo así de áreas de pasillo. Áreas comunes, como terrazas y jardines interrumpen las cuatro torres para poder ventilar e iluminar todas las unidades de vivienda. Este gesto a su vez aligera la gran masa y genera palcos con amplias vistas de la ciudad.