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Obras

Diseñar sobre el suelo húmedo: La Quebradora en la Ciudad de México

Diseñar sobre el suelo húmedo: La Quebradora en la Ciudad de México

Nombre del Proyecto

  • Parque Hídrico La Quebradora

Proyecto

  • Coordinación general

Ubicación

  • Ciudad de México

Fotografía

  • Guillermo Mendia, Alcaldía Iztapalapa

Fecha

  • 2018

Presentado por:

 

En la 8va Bienal de Arquitectura de Venecia en 2002 un proyecto urbano y de paisaje muy trascendental recibió una mención especial: México Ciudad Futura. Esta propuesta, coordinada por Teodoro González de León y Alberto Kalach, se enfocaba en la recuperación del paisaje hídrico perdido de esta megalópolis, reestableciendo un balance entre el contexto natural y el construido. Aparentemente, el proyecto era demasiado innovador para ser considerado tanto por los ingenieros hidráulicos como por los tomadores de decisiones de aquel momento, grupos a cargo de controlar las rebeldes aguas del lago de Texcoco por cinco décadas. Sin embargo, la idea causó revuelo entre muchos otros ciudadanos, mostrando el camino para un nuevo campo de trabajo donde el diseño urbano, el paisaje, la arquitectura y el agua pueden establecer un diálogo, reconociéndose uno al otro, creando espacios para el encuentro, el aprendizaje y el juego. 

Trece años después, inspirados por este y otros proyectos similares en distintas partes del mundo, desde el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Dr. Manuel. Perló Cohen y yo, Loreta Castro Reguera, iniciamos con una investigación sobre las posibilidades de hacer un manejo distinto del agua a través del espacio público en la entonces Delegación Iztapalapa: Acupunturas Hidrourbanas. Esta investigación derivó en el proyecto ejecutivo para el diseño del Parque Hídrico Quebradora en un predio de 3.8 Ha, ubicado en la ladera norte de la Sierra Santa Catarina. Esta propuesta se trabajó entre 2016 y 2017 en colaboración con expertos de la Facultad de Arquitectura, la Facultad de Química y algunos consultores externos dentro de los que destacan Yvonne Labiaga, Julián Arroyo Cetto, Gustavo Rojas, Víctor Luna, Elena Tudela y Oscar Torrentera. 

Vale la pena mencionar sus aspectos más relevantes, como su ubicación en una zona densamente poblada, con escasez de agua, inundaciones periódicas y falta de espacios públicos. La Quebradora se planteó para dar servicio directo a 28,000 habitantes, mitigar las inundaciones, producir agua tratada a través de un sistema combinado de PTAR y humedales y proveer espacios públicos, comunitarios y recreativos para los habitantes del lugar. Diseñamos una infraestructura paisajística, quizá demasiado compleja para ser puesta en marcha en tres años, pero ambiciosa, pretendiendo pavimentar el camino para la transformación hídrica de la Cuenca de México. 

El sitio se abordó al conformar una serie de plataformas que se iban ajustando a la pendiente natural del terreno, proponiendo un paseo a través de plazas escalonadas y andadores hasta alcanzar el nivel de los vasos de infiltración, en la parte más baja del sitio. Cada plataforma con una función hidráulica o programática, logrando a través de ellas espacios para tratamiento de aguas residuales, almacenamiento de agua tratada y pluvial, sanitarios públicos, talleres comunitarios, y la preservación de dos grandes vasos donde históricamente ha sucedido la infiltración natural del agua de escurrimiento. 

El objetivo principal de la Quebradora, desde su concepción en 2013, radica en crear el marco espacial para hacer del manejo sostenible del agua un espectáculo para la población. Haciendo visible las posibilidades de infiltración que tiene el terreno natural y adicionando sistemas de tratamiento y reutilización del agua, para hacer evidentes las posibilidades de lograr un manejo distinto de este recurso tan necesario en la Ciudad de México. El proyecto fue ganador de varios premios, como el Premio Ciudad a la intervención arquitectónica del año, una mención en los premios de sustentabilidad del CAF, entre otros de relevancia internacional, impulso no menor, pues gracias a estos y al apoyo incondicional de la comunidad iztapalapense, la tortuosa historia de la construcción de La Quebradora está por concluir.

A pesar de que fue uno de los varios proyectos importantes que detuvieron su construcción con el cambio de gobierno en México en 2018, la necesidad de la intervención, el cuidado con el que elaboraron el proyecto más de cincuenta expertos, el interés de las nuevas autoridades por impactar de manera positiva en Iztapalapa y, no menos relevante, el apoyo de la comunidad, fueron los componentes para que este proyecto arrancara nuevamente. En julio de 2019 inició la fase final de construcción de La Quebradora, ahora apoyada por la nueva alcaldía y por las autoridades actuales del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, quienes hicieron una revisión cuidadosa de las modificaciones que sufrió durante las primeras etapas de construcción, apegándose a los criterios originalmente establecidos en el proyecto elaborado por la UNAM.

Aunque el diseño original del parque sufrió algunas modificaciones, como la inclusión de una piscina pública, una cubierta sobre el foro al aire libre y sobre las cubiertas de algunos edificios, nos alegra darnos cuenta de que la esencia del proyecto sigue intacta y de que, finalmente, este espacio se le entregará a la comunidad. A través de este proceso comprendimos que el esfuerzo necesario para cambiar un sistema que ha funcionado durante más de 450 años, tal como es el manejo del agua en la Ciudad de México, necesita de mucho tiempo y energía, de tener una estrategia precisa y, principalmente, de voluntad.  

El día de hoy no solo en la Ciudad de México, sino también en otras zonas urbanas del país, proyectos del mismo tipo se están desarrollando. La Quebradora, como lo dice su nombre, ha roto paradigmas y abierto el camino para pensar distinto sobre las posibilidades que tiene el espacio público de ser algo más que eso, dando servicios ambientales, urbanos, sociales, culturales de juego, aprendizaje y recreación a las comunidades. Hemos aprendido que los proyectos de espacio público como infraestructura van mejorando al construir sobre los éxitos y los errores de los anteriores. Este grupo de acupunturas hidrourbanas, de las que La Quebradora forma parte, ahora son una tipología programática que deberá continuar pensándose y diseñándose durante los siglos por venir. 


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