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La higuera representa el punto de partida de este proyecto, ya que se respetó su preexistencia sobre el terreno y se privilegió su vista. Las raíces del árbol se conservaron en su totalidad, por lo que se desplazaron los cimientos del edificio hacia un lado en un área de mínimo impacto.
La composición de la fachada principal es una sintonía de contrastes entre la rigidez del concreto, la higuera que da nombre a la casa y la gran roca que simula el soporte del volumen, haciendo honor a un elemento con fuerte presencia en el paisaje regional. En contraste con la robustez del bloque superior, la ligereza del espacio libre a nivel peatonal aporta la transparencia necesaria para contemplar el terreno.
La fachada que da a la calle sirve bloquea los vientos del sur. El sol y la vista, por tanto, están orientados en sentido contrario, hacia el norte, maximizando el contacto con el agua del canal. Esto, resultó en una fachada limpia que preserva la integridad del volumen.
El viento del sur, generalmente de muy bajas temperaturas, es repelido por la fachada frontal, con lo que se aumenta el confort térmico. El viento del norte es suave y ventila el interior de la casa. En la planta baja y segundo piso se instalaron lucernarios móviles motorizados que, además de iluminar, cumplen la función de extracción del aire caliente en los días de verano, succionando el aire caliente de la casa y reduciendo la amplitud térmica.
El bloque de concreto del nivel superior alberga la zona privada. En la planta baja, un volumen longitudinal en acero y vidrio cortaba el área social hacia el agua: el gran atractivo del lugar. En esta área, la terraza se integra con los dormitorios como un ambiente de intimidad y relajación familiar, con vista al horizonte de Porto Alegre. Su revestimiento exterior es de mandera ipe. Las piedras son cantos rodados y su forma cruda es original, moldeada por la naturaleza a partir de erosiones naturales en explosiones del proceso minero.