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¡Felices fiestas!
El edificio de la Biblioteca Padre Moreau albergó uno de los primeros espacios destinados a la enseñanza en el Colegio Santa María. Construido en la década de 1950, el edificio sufrió varias modificaciones y una importante renovación en la década de 1990 para poder albergar una biblioteca. Más de dos décadas después, surgió la necesidad de renovar el espacio de encuentro de los niños y adolescentes con el mundo de la literatura y el uso de los medios digitales como herramienta de investigación para la formación de lectores críticos.
La biblioteca se inserta estratégicamente en el trazado urbano de la institución, en el eje de la entrada principal, entre zonas verdes, en el cruce de caminos y flujos entre los edificios docentes y deportivos. Su materialidad está relacionada con las construcciones de ladrillo de las instituciones educativas norteamericanas, origen de las hermanas que dirigen la institución. La estrategia principal fue reposicionar la biblioteca como lugar de encuentro entre los estudiantes y la enseñanza, para convertirla en un polo de atracción para el debate, la investigación y el estímulo de la fantasía y la creatividad. Para ello, se propuso ampliar la biblioteca fuera del edificio con la construcción de tres plazas. La plaza que da al amanecer estaba cubierta y se accede a ella desde el interior de la biblioteca. Las otras dos plazas con bancos y jardines permiten utilizar la biblioteca para leer e investigar al aire libre.
En el lado sombreado, los escalones funcionan como pequeños anfiteatros. La conservación de la memoria y la materialidad existentes es la base para la preservación de la cáscara del edificio, ampliando sus aberturas para el mejor uso de la iluminación natural y el uso de la ventilación cruzada en oposición al uso de formas mecánicas de aire acondicionado. Para la configuración espacial interna se propuso la demolición de todos los muros. Esta operación dejó al descubierto la estructura de madera del tejado y sus cuatro soportes de concreto en el centro del edificio. La estrategia adoptada fue construir un elemento central que organizara el espacio para las colecciones infantiles y juveniles. Para ello, se propusieron paredes que pudieran soportar los libros y habilitar zonas para la narración de historias, proyecciones, salas de audio y video y zonas de lectura. Estos muros de libros podrían ser una barrera acústica para los diferentes usos propuestos.
En el centro del espacio y donde el techo es más alto, se pudo ocupar con un entrepiso para la lectura junto a la estructura de madera. Este espacio fue rápidamente apodado Casa del Árbol por los usuarios. La materialidad propuesta era una estructura metálica con revestimiento de madera contrachapada naval. Las zonas húmedas, los baños masculinos y femeninos, los accesibles y el apoyo a los funcionários se concentraron para que el espacio permitiera una continuidad visual. El uso de colores, alfombras, moquetas, pufs, mesas y sillas de distintas alturas buscaba diversificar su uso y sacar a los alumnos de la configuración espacial presente en las aulas.