El Centro Cultural Quinta Montes Molina, es un proyecto de vocación pública, con fuerte arraigo local, ubicado en el Paseo Montejo, en la ciudad de Mérida, Yucatán. Si bien forma parte de la propiedad original, la Quinta Montes Molina, –que data de 1906 y se construyó bajo los cánones estéticos del porfiriato–, su proyección como centro cultural se da en 2016. Lo anterior, derivado de un análisis arquitectónico y un plan maestro tanto de la propiedad y los usos que había tenido hasta entonces, como de la ciudad misma. Es decir, en todo momento el proyecto consideró su relación con la ciudad de Mérida, sus paisajes, su arquitectura y sus habitantes.
En todo momento, el plan maestro del proyecto estudió el contexto del momento que vivía Mérida, así como el comportamiento de sus habitantes, y de ahí se propuso la construcción del centro cultural, iniciando así un proceso de casi seis años de planeación, estrategia, financiamiento, diseño y ejecución.
El centro cultural se emplaza en la propiedad, detrás de una banda de árboles centenarios que fungen como una fachada natural y que señalan la vocación espacial del proyecto; conformar una serie de pabellones tejidos por umbrales. De este modo, el diseño propone una serie de pórticos que generan recorridos y envuelven espacios públicos exteriores y armónicos. Las columnas y cerramientos enmarcan vistas hacia la casa, los jardines y el pabellón, integrando visualmente todos los elementos. El proyecto busca generar un espacio público, entendiendo la arquitectura como lienzo material y espacial, para atestiguar su paso en el tiempo, así como el abrazo de las sombras que regalan la luz y el cielo yucateco en las superficies construidas.
Los programas articulados por los pórticos incluyen un espacio público principal para eventos culturales al aire libre, una terraza y espejo de agua, un café-librería (cuya apertura está programada para septiembre de 2022) y áreas de baños, servicios y cocinas para los banquetes que se realicen en el pabellón. Cuenta, además, con un área destinada para una sala de cine de arte, cuya operación se estima para 2024. En planta alta se añaden dos terrazas, oficinas administrativas y un espacio destinado para galería de arte y usos múltiples.
Adicionalmente, la galería de arte principal se localiza en el jardín de La Quinta, fungiendo como transición entre los espacios que ya existían, la casa y el pabellón, con los nuevos. Se determinó hundir este espacio para no competir con el pabellón y privilegiar las áreas de jardín, utilizando su techo como terraza. Abajo, su espacio protege las obras de arte de las condiciones ambientales. Es decir, de la luz intensa y el calor, proporcionando un mejor control de la temperatura. Su acceso es a través de dos patios escultóricos, cuyas escaleras ascienden y rematan con vistas de la casa o el pabellón.
El diseño arquitectónico se expresa por medio de su material: el concreto. Genera tableros y marcos que hablan de aquellos que conforman los accesos a los espacios interiores de la Quinta. A pesar de su escala, se articulan los elementos de muros, trabes, columnas y faldones, de modo que sus juntas expresan el sistema constructivo, pero también un nivel de ornamentación sofisticado, que reinterpreta aquellos detalles de la casa y logra así una integración de dos momentos arquitectónicos –la tradición y el presente–, de modo armonioso. Los planos, perspectivas y ritmos, activan con la ayuda de la luz y los diversos registros y texturas del material, un cambio incesante de efectos, sombras y sensaciones. El concreto fue prefabricado localmente usando agregados de la región, siendo así también el caso de la piedra natural. El resto de los materiales los complementa el paisaje, el cielo y la luz.