Nos encontramos en la planta superior de una vivienda catalogada ubicada en el Paseo Tubella. Un pasaje privado de unifamiliares adosadas, proyectadas en 1925, para ofrecer una vida saludable a los obreros de las diversas industrias del barrio. Compartiendo medianera con las antiguas Hilanderas Benet Campabadal, nuestro cliente planteó introducir en la casa un espacio de trabajo y mejorar el uso habitacional. Descubrimos unos volúmenes disconformes, una galería cegada y una terraza sepultada, apartados de los valores originales.

Un derribo libera en el exterior la terraza y la galería consiguiendo que el patio interior dialogue de nuevo con los espacios abiertos del contexto. Un desbroce muestra en el interior las entrañas de un continente. Después, en el interior, se depositan unos artefactos de hierro negro que, estableciendo un vínculo con el mundo industrial del entorno, silenciosamente contienen el programa habitacional y laboral de la casa.

Una escalera conduce al distribuidor, que se muestra hermético. Sólo el habitante conseguirá penetrar. Una escalera se ofrecerá al extraño para acceder a un altillo al cual se le reserva el espacio de trabajo respondiendo a las nuevas demandas industriales. Detrás del hermetismo, dos habitaciones conectadas a través de un vestidor permiten circular libremente en la intimidad. Una terraza en el exterior parece invadir el interior,insinuando una relación existente entre la casa y su antiguo entorno laboral. Atravesando un último umbral que contiene el baño principal de la casa, se sale a una nueva ducha que, sustituyendo el antiguo lavadero, aviva la disyunción.