La manzana donde se implanta la vivienda se encuentra a pocas cuadras en el mar, en el difuso límite entre Ostende, con mayor densidad de la ciudad y emplazamiento natural para las clases trabajadoras, y el Mar de Ostende, una zona turística que hace de fuelle entre el mar y la ciudad formal. Entre estos sectores se genera una condición de ‘borde’, no solo por la percepción de seguridad y privacidad sino también por la colisión de la ‘vida apurada’ del trabajador y el ‘mundo lento’ de la vida un poco mas lenta.
Desde lo topográfico, el terreno presenta una pendiente de 3.00 más desde la calle en el frente y el contra frente. Este dato condicionante se suma a la ‘auto restricción’ del Master plan donde se plantea el centro de manzana como espacio de expansión. Por lo tanto, cerrarse a las calles y abrirse al espacio verde del interior significa cerrar la vivienda al Oeste, lo que se traduce en perdida de solen la vivienda pero el cual se recupera en los usos exteriores de un parque que se multiplica por seis.
La tercera casa se proyecta como la sucesión de las anteriores siguiendo lógicas constructivas, como el uso de materiales nobles y reemplazando el ladrillo común utilizado en las dos primeras unidades por el concreto visto. Esta tercera versión de programa ampliado es coherente con las líneas conceptuales que dieron origen al conjunto, teniendo como premisas la simplicidad de ejecución con mano de obra local y un mínimo mantenimiento.
Al compartir búsquedas espaciales y relaciones dimensionales con las casas pre-existentes, se plantea una vinculación dialéctica asimilándolas en términos formales y contrastándolas en su materialidad. Casa Tres, al igual que las anteriores, se proyecta utilizando un escaso catálogo de materiales: concreto armado, ladrillos de vidrio, aluminio, vidrio y bloques de cemento que apilados en horizontal ya no sirven para soportar cargas sino que se usan como filtros visuales.