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¡Felices fiestas!
Una casa de aproximadamente 250 m2 de construcción, se encuentra en La Barra, Puerto Escondido (Oaxaca), una región caracterizada por su terreno accidentado. Este mismo terreno ofreció una ubicación excepcional, elevada lo suficiente como para proporcionar vistas al mar y las montañas prácticamente desde la calle. El predio de 357 m2 posee una forma particular, definida por vértices apuntando hacia el norte y el sur, que se encuentran en un ángulo recto hacia el este, mientras que, en el oeste, se unen con suavidad en una curva que nos regala una vista panorámica de casi 180° del mar.
La geometría del edificio se adapta a la forma del terreno. Se proyectaron dos circunferencias con el mismo radio que se interceptan de manera que el centro de una coincide con el desarrollo de la otra. Inscritos, se encuentran dos cuadrados equiláteros que albergan la mayor parte de las áreas funcionales.
La extrusión resultante de estas formas da origen a dos volúmenes cilíndricos que se conectan, creando una estructura envolvente de concreto azul vibrante que evoca los matices del océano. A su vez, esta envolvente se ve perforada por cilindros, que genera aberturas orientadas hacia los cuatro puntos cardinales. En su interior, se desarrollan los espacios habitables, abiertos para permitir el flujo natural del aire, refrescado por la suave brisa del mar, y eliminando la necesidad de aire acondicionado. Grandes mamparas corredizas, fabricadas con tiras de madera, definen los espacios interiores y fomentan una arquitectura versátil en la que el interior se fusiona con el exterior. Las estancias y habitaciones se transforman en terrazas, y el comedor se integra con la alberca. La distribución del programa y la capacidad de abrir secciones completas de la casa crean un circuito de interacción entre los espacios, convirtiendo la casa en un punto de encuentro entre los habitantes y la naturaleza.
La elección de materiales se basa en la importancia de utilizar elementos locales, trabajados por la comunidad. El mar, la arena y la vegetación fueron las principales fuentes de inspiración al seleccionar los materiales que conforman este proyecto. Los tonos azules del concreto rústico evocan el mar, mientras que los arcos recuerdan las olas que rompen sobre los pisos y muros de chukum color arena. La madera de macuil de las mamparas se alza como un bosque que protege del sol.
El flujo del viento y su influencia en las corrientes marinas dictaron la permeabilidad del edificio, aprovechando estas corrientes para asegurar una mayor eficiencia energética al tiempo que brinda a sus residentes un refugio excepcional en completa armonía con el paisaje.