Casa Santos intenta responder al hipercrecimiento de Todos Santos, BCS, a través de una arquitectura sustentable, resiliente y en sintonía con el contexto natural y urbanístico. Es un lugar de descanso, reflexión y vida cotidiana que participa del diálogo entre el desierto de Baja California y el océano Pacífico.
Está compuesta por cuatro módulos (cubos) de una planta e iguales dimensiones: una sala con cocina y tres habitaciones con baños individuales. Cada uno de los cuatro cubos se integra al exterior a través de un cancel corredizo que hace de fachada. Desde adentro, es una ventana y un pasaje hacia una arquitectura de geometrías que se desdoblan en el desierto y el mar. Desde afuera, los canceles reflejan y multiplican las estructuras y el paisaje al ritmo del sol, las sombras y la luna.
El elemento unificador de la casa es una cimbra de concreto ligeramente teñida con un “rosado atardecer.” La cimbra acanalada funciona como estructura y acabado al mismo tiempo. Las canaletas aportan geometría y ritmo visual a los espacios interiores y exteriores. Al mismo tiempo, las paredes funcionan como aislante de temperatura en un desierto que en minutos pasa del calor al frío. En las fachadas, la cutícula acanalada genera sombras para reducir el calor durante el día. En una región sísmica y expuesta al cambio oceánico, el concreto se convierte en refugio.
Las puertas de las unidades y de las áreas de máquinas están hechas con las cimbras originales de acero provenientes del colado. El reciclado del desecho de obra aporta sustentabilidad y una dimensión estética única al proyecto.
Respondiendo a las mansiones de tres plantas que proliferan desde Cabo San Lucas, el minimalismo de Casa Santos quiere pasar desapercibido. Tampoco quiere aislarse tras una barda. La casa se integra a una comunidad trazada sobre un eje con tres patios: uno mirando al amanecer, el patio central donde todo apunta a un árbol endémico y un patio occidental signado por la alberca y el solario. Casa Santos se abre al desierto, a las villas colindantes y a los espacios comunitarios. Al mismo tiempo, se convierte en espacio de silencio e intimidad.