Entre dos calles que nacen juntas para alejarse en distancia, rodeando y destruyendo los restos de una pequeña casa entre medianeras en malas condiciones, se construyó una vivienda para una nueva familia. La normativa era abierta: se optó por utilizar el concepto de nudo que relegara la complejidad de elementos; calles y formas que confluían en este denso lugar de la trama urbana. 

La doble alineación vial posibilitó la rotura de la rígida volumetría propia de una edificación entre medianeras en dos piezas: el jardín y la casa. Y la diferencia de cota entre las dos calles que confrontan permite el limpio apoyo de un volumen en el otro mientras se resuelve el acceso rodado por debajo de la casa. 

La contundencia escultórica del concreto se apodera de este campo de batalla: materialidad de permanencia para un espacio de transición.

¿Contradictorio? ¿Necesario? O, simplemente, una adicción como otra.