El encargo se sitúa dentro de una zona residencial de orden y contexto complejo en el norte de Babahoyo, capital de la Provincia de los Ríos, Ecuador. Consiste en 5 habitaciones con su corazón entre ellas, un pequeño patio interior, y su patio frontal dando hacia la calle con su eje central, el árbol que generara con su crecimiento una transformación proyectada en el interior y exterior.
Basada su edificación en un proceso constructivo artesanal utilizando la mano de obra y materiales locales en situ, apilando mil bloques cuadrados de arcilla, madera y muros de bloques blancos. La iluminación natural fragmentada por el muro exterior se direcciona hacia el centro difuminándose de a poco hacia el interior, denotando un carácter espiritual, más la austeridad en la paleta de materiales y colores refrenda esta intención. Una intención que evoluciona a partir de una casa intervenida.
Obteniendo un conjunto sobrio con carácter formal claro y básico, donde de manera virtual su pantalla exterior permeable se separa con el interior, no olvidando el significado de la calle como prolongación de la casa dentro del marco cultural y tradicional de la población, en un orden dual entre reticular y dinámico por sus ventanales ya que ayudan a la ligereza del muro, manteniendo la sensación de continuidad con el cielo, trabajando con esta tensión positiva con el entorno, se abre paso a una proyección mas anclada en las experiencias.
Una arquitectura que invita a vivir tipos de emociones, dentro de las experiencias netas, puras, rutinarias, que sin embargo se vuelven diferentes; un juego de luces y sombras, como contemplar un vestido transparente, frágil, sugerente de diversas sensaciones, donde sobrevive la intriga y el deseo.
Crear una memoria de vivir más cercana al contexto , lo cual es parte de una visión ¿necesaria? la ciudad crece y se aleja de las memorias de infancia en que la libertad era parte de las sensaciones visuales del día.