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La casa Holmberg es una vivienda unifamiliar, ubicada en uno de los barrios centrales de la ciudad de Buenos Aires, pensada para una familia de cuatro integrantes, un matrimonio joven con dos hijos pequeños, su característica principal consiste en una piel integral perimetral por la que circula agua fría y caliente, y que permite acondicionarla térmicamente, transformándola en una especie de gran radiador.
Sobre un terreno entre medianeras, de diez metros de frente por diecisiete de fondo, y con un retiro de tres metros de la línea municipal, esta casa de tres pisos, como un prisma de estructura metálica y de construcción en seco, asoma de la planta baja entre patios, específicamente entre tres jardines. Uno hacia la calle y el oeste que funciona como acceso; otro lateral y hacia el borde medianero noroeste, que sirve como estanque o patio húmedo para controlar el clima; y por último un jardín de fondo con pileta que unifica su espacio verde con el pulmón de manzana.
De planta flexible y sin divisiones, todos los ambientes (el estar de la casa, la cocina, el comedor diario y los tres dormitorios en los pisos superiores), miran hacia varios de estos patios a través de grandes ventanales, generando ventilaciones cruzadas en todas las direcciones y conectándose todo el tiempo entre sí visualmente, logrando de esta forma utilizar el terreno de punta a punta y explotar al máximo sus acotadas dimensiones.
En cuanto a tecnología, y además de su estructura metálica y de las losas de “steel deck” (cimbra metálica perdida), toda la casa está pensada como un gran sistema de circulación de agua que puede mediante unos tubos o caños perimetrales al prisma de las plantas altas, intercambiar agua fría por caliente, según sea invierno o verano, entre dos estanques, uno en sombra en la planta baja y al que se supone frío, y otro cálido en planta alta, que cubre o da cierre a la casa en su quinta fachada por sobre el dormitorio principal. Este último estanque estará conectado además a un equipo de calefacción por termopaneles que logrará en invierno generar un “colchón cálido” rodeando la casa para limitar así la perdida de calor y ahorrar energía.
Todo este sistema, pensado como piel exterior, genera la imagen final de la casa, es así que todas las cañerías que transportan el agua y rodean al edificio, ya sea para riego o como calefacción, distanciadas prudentemente unas de otras, funcionan además como parasoles y como soporte para una gran variedad de especies, plantas, pájaros e insectos, transformándose la fachada en una especie de jardín o ecosistema vertical.
Como estudio estamos muy interesados en estos temas y nos hemos propuesto medir la distancia entre el efecto deseado desde el proyecto y lo que verdaderamente ocurre con el uso de las obras que estamos finalizando. Incluimos en esta memoria algunas nociones generadas por este relevamiento:
Aun habiendo pasado relativamente poco tiempo de su ocupación, y sin activar todavía todos sus sistemas, la cantidad de especies que han proliferado en sus jardines, gracias al trabajo de sus ocupantes y al microclima creado por el proyecto, en relación con el uso del suelo y su circulación de agua general o para riego, es asombrosa.
Cada visita, la casa nos recibe con una nueva especie y la vegetación va tapando los rastros de la arquitectura. Peces, sapos, grillos, libélulas, mariposas, enredaderas, árboles, orquídeas, rosas y como si esto fuera poco, plantas aromáticas, tomates, zapallitos, berenjenas, todo crece como si este espacio se hubiera transformado en un pequeño oasis en el centro de la ciudad.
Los sistemas de ventilación cruzada, parasoles y aislaciones mancomunados funcionan perfectamente, permitiendo que no se enciendan los equipos de climatización artificial, y los paneles solares calientan agua sin ningún aporte de la red y con todas sus conexiones eléctricas apagadas.
El estanque, gracias a haber generado un pequeño ciclo de vida entre peces, plantas y recirculación de agua se ha estabilizado como un ecosistema de agua cristalina y es hoy, con su sonido, su flora y su fauna, el centro de atención de toda la casa y el humidificador por naturaleza de la planta baja.
El interés final acerca de esta obra radica en sus capacidades de mancomunar a sus habitantes, su flora y su fauna con la arquitectura, y que si todo esto funciona, el éxito de esta vivienda no estará basado en ninguno de los preconceptos dominantes acerca de la belleza u otras cuestiones relacionadas directamente con nuestra disciplina.