Esta casa de playa en el caribe colombiano habla del poder de los materiales tradicionales para crear confort y espacios que socializan pero también de cómo las barreras entre el interior y el exterior pueden trascenderse. Crear un refugio para el descanso familiar que lograra acentuar el vínculo con la naturaleza, desde el confort y el disfrute, fue el propósito que dio origen a esta magnífica casa en Barú; una península abrazada por el mar Caribe ubicada a 47 kilómetros de Cartagena de Indias.
El arquitecto David Restrepo y su equipo diseñaron esta casa de 810 m2 a partir dos volúmenes unidos por un patio central que tiene la función de integrar un elemento esencial de su privilegiado entorno: el agua. El lote limita con el manglar y se abre al mar. El uso de los materiales, sus propiedades y sus tonalidades fueron esenciales dentro de la estrategia del arquitecto para lograr no sólo ese vínculo entre la casa y el lugar, sino para generar el confort necesario que al habitarla resultara una experiencia enriquecedora para los sentidos.
La propuesta de David Restrepo está llena de resonancias de la historia de la arquitectura. En esta casa, el ladrillo y el cemento que toma la forma de calados (celosías) expresa tradiciones de siglos. El ladrillo fue el material favorito de Rogelio Salmona y a éste acudió Restrepo retomando el uso del ladrillo Santafé ⎯alargado y en tono marrón⎯ para la piel de la casa, “no sólo por su estética sino porque la arcilla permite conservar el confort y la inercia térmica al interior, lo que hace innecesario usar aire acondicionado”, puntualiza.
Además, e históricamente, este material ha sido utilizado desde siglos atrás en climas tan calurosos como el norte de África, el Medio Oriente o el sur de España en cuanto a su arquitectura árabe. Si la piel envolvente es arcilla que toma la forma de ladrillo, el elemento que termina de vestirla es el calado en cemento antepuesto en la fachada. El calado nuevamente lleva el antecedente árabe como ese medio que permite tamizar el aire para que circule por los interiores refrescándolos, tan recurrentes en la arquitectura vernácula de la costa colombiana. De hecho, Restrepo partió de la investigación previa que hizo en Barú cuando hace unas dos décadas diseñó el colegio de la localidad, utilizando estos elementos bioclimáticos y ornamentales tan identitarios.Esta casa resulta un oasis en el trópico donde la comunión con los elementos se hace posible desde el estar placentero y ocioso del caribe colombiano.