Ubicado en el pueblo mágico de Tacámbaro (en las cercanías de la zona de Pátzcuaro), este proyecto surge de la intención de una familia local para generar dos viviendas de descanso y alojamiento dentro de una finca existente. Casa Corsal rinde homenaje a la herencia artesanal y constructiva de su región, utilizando elementos arquitectónicos y materiales locales, combinado con el diseño y fabricación de objetos y mobiliario hechos a mano.
El predio se localiza en los límites del centro del pueblo, donde después de transitar por calles estrechas y rodeada por viviendas informales; la obra se presenta ante el usuario por medio de una gran barda perimetral de adobe con enjarre de tierra y paja, que brinda privacidad hacia el interior; y que es coronada por una celosía de tabique para generar un diálogo sutil entre el contexto urbano y la propiedad.
La premisa de diseño radicó en respetar la mayoría de los elementos naturales del sitio; y que estos se tomaran en cuenta en la arquitectura. En base a esto, la orientación y posición de las viviendas se determinó a partir de la disposición de los árboles existentes y la topografía del lugar, aprovechando la pendiente del terreno para nivelar con terrazas y reducir los movimientos de tierras.
Se buscó generar un recorrido que invita a los habitantes a contemplar la vegetación del lugar, rodeando y comunicando las viviendas con el resto del programa. Dentro de estos espacios complementarios, se incorporó un pabellón de usos múltiples con una materialidad única, donde resalta el uso de bóvedas de cañón con tabique aparente, así como un rosetón que sirve como remate visual.
Las cabañas se conforman por dos volúmenes prismáticos y que están posicionados de manera invertida entre sí, con una geometría orgánica en sus muros exteriores que genera una sensación de movimiento. Su programa es sencillo, pero ligeramente variado entre ambas: la estancia, comedor y cocina funciona como eje principal y articulación entre los dos accesos de cada vivienda, y las zonas privadas se encuentran adosadas en sus extremos, pero se comunican tanto con los exteriores y las áreas de convivencia.
El elemento protagonista del proyecto es la tierra, la cual fue extraída directamente del sitio aprovechando las excavaciones manuales; y se reutilizó en el sistema constructivo y como acabado natural para los muros de adobe que fueron recubiertos con mezclas de tierra, cal y pigmentos naturales. La paleta de materiales se complementa con el uso de madera en los techos y cancelerías, además de losetas y tapetes de barro que cuentan con un diseño particular hechos a partir de los desperdicios y recortes del piso.
El interiorismo representa una de las partes importantes del proyecto, donde los tonos neutros en combinación con los estilos naturalistas y orgánicos destacan en la obra. Una de las particularidades del proyecto es la integración de objetos y mobiliario diseñados por uno de los autores; y que están hechos a partir de una iniciativa que involucra y reconoce el valor de los artesanos de Michoacán.
La decoración se inspira en los colores y texturas de la región, incluyendo elementos decorativos y artesanías típicas del estado de Michoacán, como son: comales de barro, tapetes y lámparas tejidas; promoviendo así el sentido de pertenencia en los usuarios.
De esta manera, la arquitectura y diseño de interiores se complementan entre sí, donde la materialidad y superficie reducida de los espacios evocan al silencio e introspección; contrastando con las tonalidades ocre y el manejo de las alturas con cubiertas inclinadas, que le otorgan calidez y amplitud visual a los interiores, creando distintas atmósferas conforme pasa el tiempo.