Rara vez, en la historia de la arquitectura, aparecen ejemplos de una calle construida en ambos lados por los mismos arquitectos. En el momento de “reinventar París” e “inventar la metrópolis”, el proyecto “Camille Claudel” pone en cuestión la escala. Los conjuntos habitacionales (Grands Ensembles) generaron un trauma en la sociedad que hoy representa un freno histórico ante este modelo multifamiliar en la arquitectura. En Francia es común dividir un proyecto urbano en 50 a 60 viviendas, fomentando la “diversidad arquitectónica”, a menudo a expensas de la falta de reflexión sobre una integración urbana. Este urbanismo ha florecido en la tumba del modernismo.
Dentro de una convocatoria pública en 2013, este proyecto resultó ganador al proponer una estrategia global y unitaria donde se solicitó una diversidad de propuestas arquitectónicas. Este conjunto habitacional se presenta como un manifiesto acerca de la diversidad de formas y tipologías, más no de estilo. El proyecto está organizado en torno a siete edificios en dos parcelas diferentes conectadas por una vía pública.
Esta implementación responde a las restricciones y a las reglamentaciones urbanísticas del lote y da prelación a las ventajas sobre las vistas del Sena y el parque.
Cada edificio tiene su propia forma de vida y al mismo tiempo está estrechamente vinculado a los edificios vecinos. La morfología de los edificios se desarrolla de tal manera que, para cada vivienda, se multiplican las vistas sobre el Sena y se favorece el asoleamiento máximo. La creación de espacios colectivos y la calle principal generan un dialogo fuerte entre los edificios.
Para permitir que las vistas y la luz natural penetren, los cuerpos de los edificios se elevan arriba del nivel de la calle. Esta conexión física y visual del acceso al mismo nivel de la calle se convierte en el vínculo social y federativo del hábitat. Las secuencias de acceso a la vivienda se organizan de tal manera que el espacio público de la calle entra dentro del conjunto.
Los pasillos se convierten en espacios transparentes donde se privilegian las vistas transversales. El vacío entre los edificios se trata como un gran jardín colectivo en el cual la calle hace parte. Las plantas se eligen según su situación y exposición. El espacio público se extiende hasta el corazón del conjunto para generar un vínculo muy fuerte entre el espacio compartido de la calle y el proyecto.
Uno de los desafíos de la gran escala en la vivienda colectiva es la cuestión de la repetición; cómo evitar este sentimiento por un programa de 330 viviendas (60% en accesión, 40% social). Los departamentos se superponen pero cada uno debe ofrecer una calidad de vida y un fuerte sentido de exclusividad. La respuesta aquí fue ofrecer a cada vivienda espacios al aire libre y distintas tipologías. La mayoría de las casas tienen una orientación sur / oeste y vistas al Sena.
Cada edificio desarrolla un giro lineal en el balcón, lo que permite que todos los hogares beneficien de una gran área al aire libre. Estas terrazas se tratan de manera diferente según su situación:
• jardines de invierno en frente del Sena que permiten la vista mientras se protege del ruido de la carretera.
• celosías de gran altura manteniendo la privacidad de la calle o espacios colectivos.
• barra de la barandilla.
Diseñados para favorecer un máximo de iluminación natural y multiplicar las vistas de este sitio natural excepcional, los edificios están vestidos con celosías de metal con variados motivos. Este trabajo en las fachadas es también una oportunidad para dar imagen e identidad a este nuevo pedazo de ciudad. Estos paneles de metal hacen que los edificios cambien de aspecto a lo largo del día y de las estaciones. Unos absorberán la luz y otros la reflejarán. Esta es una pieza esencial del proyecto. La arquitectura está condenada a la estática, pero el tratamiento de esta y su diseño escénico pueden volverla dinámica.
El juego sutil de tramas y motivos en una unidad de color claro y brillante devuelve la imagen de un gran refinamiento. La implementación de materiales simples se trabajó de manera precisa y gráfica, engendrando esta dimensión cualitativa y poética. En todas sus caras, el edificio brilla, sus fachadas juegan con la luz. Este nuevo barrio irradia día y noche, ofreciendo a la ciudad un nuevo lugar y un punto de referencia dinámico.