Creada como parte de una iniciativa público-privada, encargada de reconstruir Constitución después del terremoto y el tsunami que devastaron la ciudad en 2010, el proyecto es el resultado de tres decisiones principales:

Primero, con el fin de mantener las vistas de los árboles ubicados en la plaza cívica frente al sitio, la biblioteca se eleva 1.6 metros sobre la calle.

Segundo, para filtrar y equilibrar la luz en el interior, las tres áreas principales del programa —niños, jóvenes y adultos lectores— se cubren con tres naves reticuladas realizadas en madera.

Por último, para enfatizar el carácter público del edificio, la fachada presenta tres vitrinas monumentales que no sólo invitan a conocer la llegada de nuevas adquisiciones, sino que también con sus bancos y marquesinas sirve de refugio a los transeúntes.

Realizado casi en su totalidad en madera, sólo los muros cortafuegos se ejecutan con hormigón. Para el resto, se utiliza una estructura de madera prefabricada de pino laminado, recubierta con barniz blanco, que realza la luminosidad requerida por los espacios. Los otros colores elegidos imitan los árboles de la plaza, de forma que la biblioteca actúa como una caja de resonancia.

Este proyecto forma parte del libro
RADICAL: 50 Arquitecturas Latinoamericanas