Nombre del proyecto | CaixaForum Zaragoza
Programa | Centro cultural y social. Salas de exposiciones, auditorio, oficinas, aulas, restaurante – cafetería.
Cliente | Fundación “La Caixa”
Superficie
Construida | 7,062 m2
Parque y accesos | 8,486 m2
Coste | 13,637,000.00 €
Equipo
Arquitecto | Carme Pinós Desplat
Arquitecto responsable de proyecto | Samuel Arriola
Arquitectos colaboradores | Elsa Martí, Alberto Feijoo, Teresa Lluna y Daniel Cano
Colaboradores externos
Estructuras | Boma (Robert Brufau i Clara Bretón)
Instalaciones y Arquitectura técnica | INDUS Ingeniería y Arquitectura SA
Instalaciones | David Pedrerol
Dirección ejecutiva | Joan Mas
Energía y sostenibilidad | Belén García
Ingeniería legal | Albert Olivas
Acústica | Higini Arau
Construccción | Dragados
Project manager | IDOM Ingeniería y Consultoría
Empezamos el proyecto planteándonos dos retos: primero, un edificio capaz de hacer ciudad, ya sea desde su singularidad como desde los espacios públicos que genere; segundo: un edificio que al recorrerlo conecte con perspectivas lejanas pero, que al mismo tiempo, proporcione introspección en las salas de exposiciones. Es decir, un edificio que haga ciudad y que al habitarlo nos sintamos parte de ella.
Resolvemos estos dos planteamientos elevando las salas para liberar con ello la planta baja y situar en ésta las partes más abiertas y transparentes; el lobby y la tienda. Nuestra intención es generar espacio público, hacer que el parque llegue a la ciudad, pasando por debajo del edificio, espacio que por la noche quedará iluminado con dibujos que se consiguen perforando la chapa, que además esconde la estructura que soporta las salas elevadas.
Bajo la sala elevada y semienterrado, situamos un jardín para dar evacuación al auditorio, pudiéndose entender también como ante sala y zona de catering al aire libre. Así el auditorio, situado en el subsuelo y accesible desde el lobby, se puede considerar semienterrado y conectado directamente a la ciudad gracias a este jardín.
Las dos salas suspendidas se enfrentan a niveles diferentes, para que al salir de una veas la ciudad por debajo de la otra. Creemos que entre una sala y otra tiene que haber zonas de relajación y descompresión; entre una exposición y la siguiente. Por eso la conexión entre salas se resuelve con escaleras mecánicas, recorridos que nos regalan vistas lejanas y no como lo es a través de ascensores que te descontextualizan y no ofrecen el estado de descompresión antes mencionado.
En lo más alto del edificio y con vistas a la ciudad se sitúan la cafetería y el restaurante. En cambio, en el lado contrario y, debido a la diferencia de niveles entre las salas, se genera una terraza bar que, en continuidad con el restaurante interior, permite fantásticas vistas hacia el meandro de Ranillas y la Expo Zaragoza. Nuestro proyecto gracias a una estructura singular y factible aparece como un elemento escultórico en medio del parque.
Queremos que nuestro edificio sea símbolo del progreso de la técnica y de la generosidad de la cultura, que sea el reflejo sólo de lo mejor que tiene nuestra época.