El ISAD, Instituto Superior de Arquitectura y Diseño de Chihuahua, organiza cada verano el Taller del desierto. Este año propuso a ENORME Studio dirigir una nueva edición, junto a los arquitectos locales Juan Castillo y Miguel Heredia, destinada a construir una pequeña infraestructura urbana en la colonia Santa Cecilia, en la ciudad de Chihuahua.
El sitio fue un pequeño parque que supone el corazón de la colonia y donde confluyen varias comunidades y asociaciones con intereses distintos pero con las mismas necesidades.
Por un lado, un grupo de madres, niños y niñas de la fundación Umbral ensayan para convertirse en Mariachis, siguiendo los pasos de los fundadores de la colonia. Por otro, los feligreses siguen autoconstruyéndo la iglesia de Santa Cecilia, aún inacabada pero ya en uso. La asociación de Mayores de la colonia se ha convertido en la de los cuidadores del parque y necesitan un espacio al aire libre.
El taller comenzó con el diseño de una dinámica participativa con los vecinos de la colonia, no con el objetivo de recolección de deseos individuales del presente sino como punto de partida para la construcción de un imaginario colectivo de futuro.
La necesidad de un espacio de sombra de grandes dimensiones parece fundamental para acoger los ensayos y actuaciones de los Mariachis, a los feligreses que socializan después de la misa y la catequesis, a los grupos de niños y adolescentes que salen en masa al parque cuando amaina el calor de la tarde, a las madres que cuidan de los pequeños mientras estos juegan en los resbaladeros o en la cancha de fútbol.
ARACHI o el “alebrije urbano” se diseñó como una gran cubierta que recoje todas esas comunidades y deseos existentes en la colonia. Para ello, durante el taller se trabajaron iconografías “populares” mexicanas como el trabajo artesanal y colorista de los alebrijes, los símbolos que definen a los mariachis o los trajes tradicionales de las mujeres rarámuris o tarahumaras, oriundas de la sierra de Chihuahua. Todo el proceso de construcción fue realizado por estudiantes del taller junto con habitantes del vecindario que se han sumado de manera espontánea, recibiendo sobre todo el apoyo de niños y niñas de la colonia, configurando el mobiliario y pintándolo con motivos geométricos coloristas de los alebrijes.
ARACHI se convirtió de esta manera en un lugar mágico, en un punto referencial en el parque, en un cruce de caminos, en un lugar de intercambio y de diálogo entre todos los actores del parque. Un lugar que deberá cuidar y ser cuidado por quienes viven en esa colonia.