Ubicada al poniente de la ciudad de México, Casa Madre consiste en una residencia unifamiliar que se percibe como una escultura de concreto que esculpe al terreno, conformada por cinco volúmenes escalonados en respuesta a su topografía inclinada. Esta disposición le permite a cada uno de sus niveles el generar aperturas, y dirigir sus vistas hacia el paisaje y copas de los árboles. Desde los primeros acercamientos con el sitio, se identificaron algunas condicionantes que rigieron al proyecto como; la posición elevada del predio, la presencia de vegetación abundante en las colindancias, y su acceso mediante dos vialidades. Esto generó la posibilidad de experimentar con la volumetría en fachadas mediante terrazas y cantilevers, adaptándose a su pendiente pronunciada de más de 17 metros. De esta manera, el proyecto emerge entre los árboles y construcciones vecinas; pero al mismo tiempo se aleja de manera sutil ante la perspectiva del usuario desde la calle.
La vivienda se desarrolla en cinco niveles, donde la dinámica de los espacios se define a partir de las actividades y privacidad requerida por los habitantes; creando una transición en su programa arquitectónico que comienza en el acceso cotidiano en el nivel superior, para culminar en la planta baja, que es de uso esporádico. La planta de acceso alberga a las áreas públicas, y se convierte en el corazón de la casa; por lo que se procuró generar la conexión interior-exterior mediante vanos generosos y espacios de convivencia como la terraza y azotea natural. Aprovechando su amplitud espacial y de alturas; la cocina, el comedor y la estancia conviven en el mismo espacio sin barreras visuales, pero se delimitan entre sí contemplando un cambio de texturas, materiales y mobiliario.
El concreto es el elemento protagonista de la obra, el cuál fue trabajado de manera estructural y ornamental, creando un lienzo neutro de fondo que es intervenido por la paleta de colores en los interiores y la vegetación. Al interior, la premisa de diseño consistió en generar balances de tonalidades y atmósferas cálidas que arropan al usuario. Esta característica se logró mediante el uso de la madera como figura principal siguiendo los principios de la psicología ‘Gestalt’ del diseño, en combinación con piedras naturales, y la adecuada integración de mobiliario y curaduría de arte.
En los exteriores, se contempló el diseño de paisaje, con la intención de generar un recorrido que invite al usuario a contemplar la vegetación y recorrer la vivienda. Al llegar al punto más bajo del terreno, se descubren las áreas complementarias a la residencia familiar, integrando un espacio de alojamiento para visitas.