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Modelos de aprendizaje

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17 diciembre, 2013
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia

La maqueta es todavía una arquitectura sin lugar”

Martí Perán

En las últimas semanas varias exposiciones en México – de arte y de arquitectura – han contado con la maqueta como uno de los elementos centrales a la hora de hilar su discurso. Así, encontramos la muestra ’10 maquetas’, que recoge la obra del estudio Macías Peredo; la exposición ‘Arquitectura en México: 1900 – 2010’, curada por Fernanda Canales; y ‘Variables en un tiempo continuo’, que se está desarrollando en ATEA. A estas tres hay que sumar la reciente ‘Kenzo Tange, Maestro de Arquitectura y Urbanismo del Siglo XX’, exhibida en el Espacio Japón -Lamartine 238, 1er piso- y que recoge el trabajo de los alumnos de la universidad Universidad Anáhuac, al tiempo que sirve de homenaje a la figura del arquitecto japonés, que este año cumpliría 100 años y que es considerado uno de los padres del Movimiento Metabolista, caracterizado por la capacidad de cambio y evolución, de sus materiales –lo que implicaba aspectos como modulación– o de su infrestructura y que se conformaba por pequeñas “enchufadas” a un cuerpo mayor que actuaba a estructura principal, que diluían la frontera entre el pequeño diseño y el urbanismo, Tange desarrollo una arquitectura nueva que se enraizaba en los grandes arquitectos del siglo XX como Le Corbusier, Louis Kahn o Mies van der Rohe, y al tiempo en la arquitectura tradicional o en el budismo, y que trataba de redefinir un país devastado por la guerra. De su estudio salieron proyectos no realizados como el plan de expansión de Tokio –con su célebre propuesta de ampliación sobre la bahía- o la reconstrucción de Skopje y otros muchos realizados como el Estadio Olímpico de Tokio, Gimnasio Nacional de Tokio, la Catedral de Santa María o la Embajada de Japón en México.

Pero lo que me interesa establecer aquí es como cada muestra, a su manera, ofrece una lectura distinta y significativa de las posibilidades de la maqueta como forma de trabajo o expresión. La primera, de Macías Peredo, se centra en el conflicto entre la representación arquitectónica – en este caso en forma de maqueta – y su construcción. La de Fernanda Canales, la maqueta aparece como una forma de resiginificar y contar las arquitecturas mexicanas del último siglo como complemento a planos y fotografías, la tercera sirve como narración crítica de la propia disciplina arquitectónica: cuestionándola, forzándola a enfrentarse con lo que no ha tenido en cuenta. Para acabar la última de las muestras, más que un ejercicio de exposición y homenaje puede ser leído como posibilidad para los estudiantes de aprender arquitectura dibujando o, en este caso, haciendo. El reto de tener que construir una maqueta a escala, no sólo implica para el alumno la necesidad de enfrentarse al material, sino de releer la obra en profundidad. Cuanto mejor sea la lectura tanto mejor será su representación –bajo la condición impuesta por el material del modelo. El ejercicio supone así varias partes, leer, releer, plasmar y conocer el material de trabajo, sea archivo o cartón para maqueta. la arquitectura de Kenzo Tange se convierte así en un modelo de aprendizaje, en el sentido más amplio del término.

La maqueta, su lectura, se torna entonces un elemento complejo capaz de cuestionar, visibilizar, validar, investigar o ejercitar. Como ha dicho Martí Perán, uno de los máximos exploradores de las relaciones entre el arte y la arquitectura, la maqueta es una “arquitectura sin lugar”, que bien aun no ha tenido lugar o ya ha sucedido pero que permite establecer un diálogo hacia una realidad, pasada o futura, real o no, a través de los juegos de la escala.

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